Escribe Miguel Aspurua.- Los restos mortales del Padre de la Patria, general Simón Bolívar Palacios –que se supone que están en una urna cineraria de Panteón Nacional en Caracas-, han estado envueltos en la leyenda y el misterio; dado que varios investigadores e historiadores presumen que no están allí los correspondientes a El Libertador. Como es sabido, luego de su muerte en Santa Marta, Colombia, el 17 de diciembre de 1830, fue enterrado –después de serle practicada la autopsia y ser embalsamado por el doctor Alexander Próspero Reverend- en la Catedral de Santa Marta, el día 20 siguiente, a las 5 de la tarde.
Allí permanecieron hasta que fueron exhumados para ser trasladados a Caracas –tal como lo peticionó Bolívar en su testamento-, el 20 de noviembre de 1842; estando presentes los comisionados binacionales designados a tal efecto por los Gobiernos de Nueva Granada, general Joaquín Posada Gutiérrez, y Venezuela, doctor José María vargas. Éste último en su informe señaló que en una bóveda cercana a la nave mayor del templo, se encontró una caja forrada de plomo, siendo abierta y en ella se encontraron los restos de un cadáver idéntico al general Bolívar; y expresa Vargas: ”El cráneo estaba aserrado horizontalmente y las costillas por ambos lados cortadas con oblicuidad como para examinar el pecho; los huesos de las piernas y pies estaban cubiertos con botas de campaña, la derecha todavía entera y la izquierda despedazada y solo conservada en su parte inferior; pedazos de galón decaídos se hallaban a los lados de los muslos y listas de color verde de cobre oxidado, formaban líneas paralelas a estos huesos.
Los señores doctor Alejandro Próspero Reverend y Manuel Ujeta, que asistieron ambos a la preparación del cadáver después de la muerte como su traslación a la bóveda de los señores Granados, situado en la parte superior de la nave derecha delante del altar de San José, a la que actualmente ocupa, el primero como médico que preparó el cadáver y el segundo como una de las personas que asistieron a esta preparación y a su sepultura. Por último, a todas estas pruebas de identidad se agrega la de que en todos estos años anteriores ningún cadáver ha sido ni podido ser enterrado en una u otra bóveda”.
Una vez en Venezuela, los restos fueron inhumados debajo de la capilla de la Santísima Trinidad -propiedad de la familia Bolívar- en la catedral de Caracas, diez años más tarde se colocó sobre la capilla el monumento realizado por el escultor italiano Pietro Tenerani; y en 1876 –el 28 de octubre- fueron trasladados al Panteón Nacional. Muy bien, pero ahora viene lo bueno. En 1947 el doctor Vicente Lecuna requirió los oficios del doctor José Izquierdo –reconocido anatomista- para que examinara unas osamentas que estaban dispersas en la cripta de la familia Bolívar en la Catedral; el doctor Izquierdo encontró en el suelo varios huesos de perro y de caballo y un cráneo aserrado, revelador de haber sido autopsiado; el médico esbozó la teoría que pudiera ser de El Libertador.
Esto causó un revuelo increíble llegando a instancias de la Asamblea Nacional Constituyente –presidida por Andrés Eloy Blanco-, proponiendo el doctor Izquierdo que para salir de dudas se abriese el sarcófago que se encontraba –y se encuentra- en el Panteón, verificar su contenido. Hubo opiniones encontradas entre parlamentarios y académicos; la Asamblea designó una Comisión integrada entre varios por el doctor Rafael Caldera -el único que se encuentra vivo-, entre dimes y diretes, vieron el contenido por fuera, sin abrirlo, y sin la presencia del Dr. Izquierdo; y “comprobaron que se encontraban todos los huesos allí, porque se dibujaban través de las paredes de plomo de tal manera que fue posible reconocerlos por sus detalles”.
El cráneo en cuestión y los huesos restantes fueron metidos en una caja y guardados en la cripta de la Catedral. Izquierdo al ver frustrados sus esfuerzos por aclara el misterio, y disipar la duda histórica, escribió un libro titulado “El cráneo de Libertador Simón Bolívar” –del cual poseemos un original-, donde relata los pormenores de su hallazgo y la indolencia de políticos, eclesiásticos y académicos, acerca de tan importante cuestión. Y se quedó así, por ello los venezolanos y bolivarianos de convicción seguimos sin conocer la verdad.
Fuente: Miguel Aspurua desde Venezuela
EL CRÁNEO DEL LIBERTADOR
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