danzando con la maldad
su fiesta de navidad
celebrada a la bizarra.
Zapatea sobre la barra
en lujuriosa inmundicia
y, aberrado, la acaricia
el violador embriagado.
Se desnuda en el tablado
excitada la Justicia.
Muy grosera en la impudicia
se menea de cachondez
entregada a cualquier juez
que la aborde con sevicia.
Es un baile con franquicia
proveniente del infierno;
música del quinto cuerno
que le toca Satanás
y ella se mueve al compás
del maligno desgobierno.
Llegan ebrios al averno
más demonios desatados,
inmorales consumados,
rayadores de cuaderno.
Y Belcebú sempiterno,
da vueltas en su tridente,
sudado de lava hirviente
y tamboreando su paila.
Miren cómo el diablo baila
con la Justicia obediente.
Es la danza intermitente
donde marchan los delitos,
el baile de los malditos
en taberna maloliente.
Y llega oportunamente
ataviada de sandeces
y agradeciendo las veces
que su bicho iconoclasta
le ordena : “Dancemos, plasta,
nuestro ballet Cacajueces”
Por: Octavio Montiel
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