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Caracas, Dtto. Capital, Venezuela
La participación de los oyentes y las denuncias forman el plato fuerte de PLOMO PAREJO. Conducido por el polémico Iván Ballesteros que se caracteriza por descubrir, analizar y difundir temas que conmocionan el acontecer político a través del contacto con sus protagonistas. Sus secciones ya son todo un éxito: “Plomo y Candela” con Ballesteros y la periodista Patricia Poleo, “Misión Imposible”, "El Jalabolas", "Qué hace Chávez con el dinero de los pobres" han dado mucho de qué hablar.

Frases de dictadura.

Frases de dictadura.
"Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es el más sagrado de los derechos y el más indispensable de los deberes”. Marqués de Lafayette.

Programa Plomo Parejo íntegro del día 03/04/2014

martes, 1 de abril de 2014

Esta semana @DLaraF en Infociudadano: La lucha es generacional, porque sí

Daniel Lara Farías.

(@dLaraf en Twitter)
CARACAS(infoCIUDADANO)
30/Marzo/2014

Electoralmente, yo soy un ciudadano que ejerce sus derechos básicos de participación política desde 1998. Ese año cumplí la mayoría de edad y ese mismo año voté. Es decir, toda mi vida electoral la he vivido con este régimen, con Chávez metido en la vida de uno, en sus quehaceres diarios y en su trajinar por la vida. Se murió Chávez y uno aquí, teniendo que calarse incluso que la política necrófila impuesta por el régimen, haga que uno se sienta vigilado por los ojos de Chávez en cuanta esquina tiene este atormentado país.


Ya para mi generación, es un tormento no haber podido llevar al poder a un presidente distinto a Chávez. Imagínese usted para un muchacho que tenga en 2014 la edad que tenía yo en 1998. Un joven de dieciocho años hoy, en 1998 tenía tres años.

Piense usted en un joven de dieciocho años, aspirante a una vida mejor. Imagínelo acompañando a sus padres haciendo colas para comprar comida. Imagínelo recién graduado de bachiller, manejando una moto ajena para buscarse el sustento. Imagínese a una joven de 18 años, madre precoz, con un niño de tres años, siendo empleada mal pagada y haciendo cola para conseguir leche y pañales. Imagínese, además, a un joven recibiendo una educación media mediocre, un bachillerato 
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con el que ni se está formando para integrarse al mercado de trabajo ni para ingresar a una universidad. Imagínese a un joven estudiante universitario, viendo a los egresados de su carrera, desempleados o sub empleados o yéndose del país. Imagínelo víctima del hampa, rumiando su rabia cuando después de recibir de sus padres un celular costoso de regalo, se lo roban a punta de pistola.

Después de imaginarse todo eso, piense si esos muchachos no tienen razones para protestar, pacíficamente o violentamente. Piense si el futuro de esos jóvenes no merece una piedra bien lanzada y un lacrimógeno bien tragado.

¿Qué tienen en común esos jóvenes y su padecer, con la vida de Ramón Guillermo Aveledo y Henry Ramos Allup? Sinceramente, nada.

Por eso, unos están protestando, mientras otros están con sus opiniones encanecidas diciendo que ya basta de protestadera, que tampoco es para tanto.

II
Mi abuelo, cuando se jubiló, se dedicó a cultivar el arte de la siesta, la conversación y las caminatas para saludar. Así, en la mañana temprano antes de las siete, se iba caminando a una panadería que quedaba a muchas cuadras de la casa, en vez de comprar el pan en la esquina. ¿Por qué abuelo? “Para caminar hasta allá y así saludo a fulano y mengano”. Claro, caminaba hasta allá, se paraba a la mitad a comerse una empanada, de regreso un café y así se le hacían las nueve.

Regresaba, se quedaba hablando en el kiosko comprando el periódico. Llegaba a casa, a leer el periódico. Almorzaba a mediodía, dormía la siesta. Y se sentaba en el mueble de la puerta, a ver como pasaba la gente. O se paraba en el frente, a conversar. O bajaba de nuevo a la plaza de la iglesia, iba a misa y se quedaba conversando.

¿Por qué? Porque al jubilarse, lo que le queda a la gente, lo más sano y acorde con la paz que merecen los últimos años de la vida, es conversar.

Cuando murió mi abuelo, todos los borrachitos, buhoneros, vendedores de periódico y vendedores de café de las cercanías, fueron a su sepelio.

¿Por qué? Bueno, porque el viejo siempre conversa con todo el mundo, sin discriminación. Hasta con los malandros, que lo saludan y le dicen al verlo: “Epa pure. Que pasó abuelo. Háblame mayor” y eso.

III
Todo aquel que tenga entre dieciocho y cuarenta y cinco años, en este momento no tiene otra salida que estar en contra de este régimen. Mientras menos edad se tenga, la desesperación es mayor, porque uno siente que se le van los días, que se la va la vida y este peo no termina. No ves salidas. No sientes que este cerca el momento de comprarte casa propia por más que trabajes. No hay forma de sentirse seguro en la calle, con el hampa ante la cual el ciudadano anda desamparado. No hay manera de sentir que hay salidas para vivir honestamente en el país del “mójame la mano”. Para el que tiene o el que carece, Venezuela se ha convertido en pasto seco para la protesta, porque vivir tranquilos es una ilusión.

Por eso, siguen volando piedras frente a la policía. Por eso, la violencia cotidiana es más fea en las aceras y en el pavimento, por eso la atención al público se ha puesto peor. Por eso, la cortesía se esfumó del día a día, cuando un venezolano común debe pasar en promedio ocho horas a la semana haciendo cola para abastecerse de las cosas más básicas.

Por eso, los dirigentes que están montados de frente en las protestas, están en esa franja etaria, por debajo de los cuarenta y cinco años. Con notables excepciones, que solo confirman la regla.

Y eso no es nuevo. Contra las dictaduras siempre encabezan los jóvenes. Ruiz Pineda, Carnevalli, Pinto Salinas, Isabel Carmona, no llegaban a los 40 años cuando peleaban contra Pérez Jiménez. Ni hablar de Jóvito, Rómulo, Leoni o Prieto Figueroa cuando enfrentaron a Gómez. Ni hablar de la edad de Bolívar, Páez y Sucre, cuando se fueron a la guerra.

A los jóvenes, sean políticos o no, lo único que les queda en esta hora es resistir. Pacíficamente o violentamente. Como vaya viniendo y como lo necesiten, porque si es frente al hampa de muy poco servirá sacar fotos de Gandhi.

Ningún joven político tiene futuro en este país si en esta hora, al escoger entre el diálogo o la resistencia, se sienta a conversar en la puerta con los malandros.

De nada nos servirá tener a unos señores mayores, con su vida ya hecha y su futuro apuntando al asilo, pretendiendo ser el cerebro sustituto de los jóvenes que tienen una vida personal y colectiva que construir.

El problema es, sin duda generacional, cuando los que ya fueron, pretenden imponerle a los que aún no han podido ser, lo que deben hacer.

El problema es que Leopoldo está preso llamando a resistir contra una dictadura y Aveledo está libre llamando a dialogar con “un gobierno con déficit democrático”.

El problema es que a Daniel Ceballos lo sacaron a rastras de la alcaldía donde lo pusieron los votos de San Cristóbal y lo metieron en un calabozo, usando de papel higiénico la voluntad de la ciudadanía expresada en los votos.

El problema, amigos míos, es que los que protestan, los presos, los muertos y las víctimas del régimen en general, no están representados por los venerables encanecidos de glorias pasadas que solo quieren conversar, sentados en una mecedora, con los malandros del régimen, que los saludan cordialmente llamándolos “Epa abuelo Henry, que pasó”, “Que hubo pure Aveledo, como está la vaina”.

IV
Como no dudo de la buena fe y de la honorabilidad de Aveledo, creo necesario que vaya a conversar con los pures de la cuadra y le deje las cosas en manos de Guillermo Tell, su hijo, que está viviendo de cerca, en carne propia por ser de esta misma generación que yo o en carne ajena en los ojos de cada uno de sus alumnos de generaciones posteriores, lo que significa una dictadura. Ya mi generación no necesita recordar los cuentos de los abuelos sobre la dictadura: la estamos viviendo. Porque la “deficiencia democrática” que ve el pure Aveledo, es un eufemismo para disfrazar a la dictadura, tan tonto como el de “privados de libertad” por presos o “líderes negativos” por “Pranes”.

Y como dudo de la buena fe de Henry Ramos Allup, ni por error voy a pedir que deje su cargo en AD en manos de sus hijos. Para empezar, porque sus hijos no van a querer dejar de hacer dinero como comerciantes de petróleo del tipo “bolichicos” por irse a encargar de los despojos del partido que Henry nos ha dejado a los adecos de las nuevas generaciones. Tampoco creo que los hijos políticos de Henry puedan asumir el mando de AD, tomando en cuenta que le han salido igual de deficientes moralmente que sus hijos de sangre, porque los que tenía se le fueron a PJ y los que le quedan, solo tienen talento para prepararle café al secretario general al que llaman “jefe” o para peinarle la cabellera a la Duquesa de Cornuelles, aspirante a reina consorte del partido blanco. No hay esperanzas en ese entorno, porque aunque Henry Ramos Allup se aprenda de memoria los discursos de Rómulo y hasta imite su tono de voz en sus cada vez menos entendibles discursos, ya los ha repetido tanto que nos los sabemos de memoria. Además, Rómulo hubo uno solo, que ni se dejó ningunear por una dictadura, ni puso a sus hijos a hacer negocios con contratos petroleros, ni lanzó a su esposa a alcaldesa, ni entregó el manejo de la línea del partido a amanuenses de cartón, dispuestos a venderle la vida al diablo a cambio de una foto con “el jefe” para poner en el pin.

Rómulo se retiró a tiempo para no ser un viejo mascador de agua pegando gritos para que los demás hagan lo que él no era capaz de hacer.

Si alguien quiere reivindicar a Rómulo, que lo reivindique como el joven aquel que en 1928 decidió enfrentar una dictadura y que en 1952 se negó a dialogar con un régimen que asesinaba, perseguía y torturaba a sus compañeros. Si ve usted a algún pure por ahí imitando la voz de Rómulo para llamar al diálogo con el régimen que lleva cuatro decenas de muertos en dos meses, identifique no solo a un farsante, sino también a un traidor.

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