POR: ERIC EKVAL EN CAMPAÑA PRESIDENCIAL BAJO LA SOMBRA DEL FRAUDE ·
Muchos observadores han concluido que esta lógica es absurda y hasta contraproducente. Y la existencia de los votantes independientes, los mal llamados Ni-Ni, es prueba de ello. Antes del 2004 la categoría de Ni-Ni no existía. Fue creciendo después de referéndum revocatorio, y alcanzó entre 30% y 50% de la población votante a partir del 2005, cuando una revuelta popular en contra del intento del régimen de utilizar máquinas capta-huellas en las elecciones parlamentarias ocasionó espontáneamente un movimiento abstencionista cuyo propósito era doble: mandar un mensaje a los partidos de oposición, que con la mayor complacencia habían aceptado la imposición de estas máquinas, y quitarle legitimidad al gobierno y a la votación.
La respuesta de los partidos y de ciertos autoproclamados voceros de la oposición no se hizo esperar. Culparon a “la derecha radical” de haber entregado en bandeja de plata la Asamblea Nacional al chavismo y ridiculizaron lo que era en realidad una auténtica y espontánea manifestación de desobediencia civil. La brutal arremetida político-mediática contra esta espontánea iniciativa ciudadana tuvo como propósito recordar a la sociedad civil que los partidos políticos y sus aliados en los medios de comunicación no tolerarían que la sociedad civil decidiera su propio destino, y que la política es, y siempre será, provincia exclusiva de los políticos de oficio.
Pero también tuvo un efecto inesperado: despertó la sospecha en muchos de que cierto sector de la oposición estaba haciéndole el juego al chavismo, ya que lo que más anhela Hugo Chávez es una legitimidad político-electoral bien blindada.
Así nace el Ni-Ni. Es férreamente anti-chavista y votaría por un auténtico candidato independiente que no estuviera contaminado por los partidos políticos tradicionales (y a estas alturas, PJ es tan tradicional como Copei, y UNT tan tradicional como AD), ya que sabe que no puede estar seguro que estos partidos representarán sus legítimos intereses.
En fin, a diez meses de las elecciones presidenciales, la MUD y sus partidos no parecen estar dispuestos a exigir del CNE las más básicas condiciones electorales que, de cumplirse las más elementales, ayudarían a devolverle cierta confianza a la gran mayoría de los votantes en cuanto a que su voto sea respetado. Eric Ekval en Campaña Presidencial bajo la sombra del fraude
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