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Caracas, Dtto. Capital, Venezuela
La participación de los oyentes y las denuncias forman el plato fuerte de PLOMO PAREJO. Conducido por el polémico Iván Ballesteros que se caracteriza por descubrir, analizar y difundir temas que conmocionan el acontecer político a través del contacto con sus protagonistas. Sus secciones ya son todo un éxito: “Plomo y Candela” con Ballesteros y la periodista Patricia Poleo, “Misión Imposible”, "El Jalabolas", "Qué hace Chávez con el dinero de los pobres" han dado mucho de qué hablar.

Frases de dictadura.

Frases de dictadura.
"Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es el más sagrado de los derechos y el más indispensable de los deberes”. Marqués de Lafayette.

Programa Plomo Parejo íntegro del día 03/04/2014

sábado, 10 de diciembre de 2011

ESTRECHEZ MISERABLE DEL CHAVISMO TRANCA SU LIBERACIÓN

Inversamente, el chavismo autoritario interviene con violencia y
ruptura a favor de avances mínimos, clichés e imaginería romántica,
reduciéndose a quemar la casa para espantar las polillas, con
debilidad, sin fuerza. Se requieren los cambios que perduran, más
nobles, utilizando al máximo la legalidad sobreviviente, obligándola a
evolucionar.  Los cambios, en definitiva, no son hechos que
fabricamos, sino hechos que interrumpimos o que dejamos que se
produzcan. La crítica debe ser legítima. Toda crítica de cambio se
sitúa en un nivel más alto en que está la “civilización” con la que
disiente.

-Alberto Rodríguez Barrera-
ESTRECHEZ MISERABLE DEL CHAVISMO
TRANCA SU LIBERACIÓN
(EN BUSCA DE LA CRÍTICA LEGÍTIMA)

“...si la política es un arte, el cambio debe ser necesario en éste
como en cualquier arte.
Que ese mejoramiento ha ocurrido lo demuestra el hecho de que
las viejas costumbres son excesivamente simples y bárbaras.”
Aristóteles
Enumerar los remedios para “los males actuales” es formular el
programa de cambios que se exigen. Para alcanzar tal objetivo la
prioridad es eliminar toda posibilidad de dictaduras internas, así
como igualdad económica y educativa, libertad ideológica, cultural y
moral completas, con el fin de asegurar el bienestar individual dentro
de la independencia y el pluralismo en las opciones, cuestiones
imprescindibles para que rinda servicios la totalidad de los recursos
creadores de la inteligencia humana.
Este programa utópico podría tener todo contra sí, salvo el hecho de
que es necesario para nuestra supervivencia; implica un cambio de
civilización política. Sin prosperidad económica y tasa de crecimiento
continuo, cualquier proyecto de cambio es puro humo, como bien lo ha
demostrado el chavismo. Competencia e investigación están por encima
del pasatismo cultural, y eso quiere decir afirmación de la libertad,
repudio de los controles autoritarios, multiplicación de las
iniciativas creadoras en todos los dominios, especialmente en los
dominios gratuitos: modos de vida y diversidad en la coexistencia de
numerosas subculturas complementarias alternativas. La ausencia de
este segundo elemento es lo que hace decrecer la capacidad de cambio;
la inserción de relaciones autoritarias feudales suprime las
transformaciones necesarias.
Cambio político, cambio social, cambio tecnológico, cambio
institucional... son necesarios simultáneamente; de lo contrario, nada
ocurre, o se repiten las intenciones veleidosas. Y hoy la libertad de
información es la cabeza de puente de toda libertad política; la
subinformación estupidiza a los propios “revolucionarios” y hace que
los equipos de reemplazo sean tan reaccionarios e incompetentes como
sus predecesores; porque cuanto más elevado el umbral de absorción de
cambios por parte de la legalidad reclamada, más grandes son las
posibilidades de cambio.
Inversamente, el chavismo autoritario interviene con violencia y
ruptura a favor de avances mínimos, clichés e imaginería romántica,
reduciéndose a quemar la casa para espantar las polillas, con
debilidad, sin fuerza. Se requieren los cambios que perduran, más
nobles, utilizando al máximo la legalidad sobreviviente, obligándola a
evolucionar.  Los cambios, en definitiva, no son hechos que
fabricamos, sino hechos que interrumpimos o que dejamos que se
produzcan. La crítica debe ser legítima. Toda crítica de cambio se
sitúa en un nivel más alto en que está la “civilización” con la que
disiente.
La decencia requerida está en ser más civilizado y más democrático,
más revolucionarios e innovadores que el chavismo grotesco, siempre en
busca de chivos expiatorios para sus fracasos. En los movimientos de
cambio se desarrolla un punto por encima de las “revoluciones” que
convirtieron su derrota en totalitarismo. En Venezuela necesitamos un
cambio que aporte algo nuevo, no el mismo desmantelamiento anárquico
que juega al terrorismo sin que en la calle le compren la idea de
escuálido valor sociológico. Las violaciones del derecho
constitucional -aquí o donde fuese- no sirven de consuelo; sirven para
señalar culpabilidades en los Poderes Públicos, para exaltar y
rechazar ilegalidades e injusticias, rescatar principios y valores de
cambio.
En el dominio electoral el activismo ciudadano puede ser tan eficaz
como el dominio jurídico; es un objetivo preciso, como paliar
inconveniencias de las cuales se queja todo el mundo, y no va en
detrimento de las aspiraciones del elector, quien manifiesta su
voluntad sin verse prisionero de las alternativas autócratas.  Los
derechos del ciudadano están constantemente amenazados por el
chavismo, desmesuradamente. Hay que defenderlos mejor, de forma más
atenta y más poderosa; demostrando que no hay necesidad de
sacrificarlos.
Hay que tomar en cuenta que para cualquier cambio futuro vale más
confrontar un conjunto de leyes –incluyendo las represivas- que la
represión de una dictadura totalitaria. Cuanto más elementos se
integren para llevar al cambio, más elevado es el nivel, y ello
significa que los males a que aporta soluciones son más complejos y
más ricos que aquello que reemplaza.
Hacer un cambio no es destruirlo “todo”, sino destruir lo necesario,
que no es lo mismo en dos sitios ni en dos momentos. La tesis opuesta
es la de Hitler: “Somos bárbaros, y queremos ser bárbaros. Es un
timbre de honor. Nosotros rejuveneceremos al mundo. El mundo actual
está cerca de su fin. Nuestra única tarea es asaltarlo”. El cambio no
es ese tipo de chavismo.
Ninguna de las corrientes de la evolución –grupos o temas- hubiesen
adquirido fuerza si no hubiesen estado –por uno o más lazos-
fundamentados en la unión. Y los deseos de cambio están conectados a
una serie de rechazos, prioritarios y diversificados. Porque un
problema político que se hace miserable ahoga en su estrechez toda
liberación.

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