Por eso cierran medios, reforman la ley de contenidos, le cierran la santamaría a la investigación científica, ahogan a la empresa privada, niegan la presencia de la oposición en el Parlamento y en el envión esperan llevarse por delante a tres enemigos hasta ahora ilesos aunque aporreados: los medios, las universidades y el sector productivo.
Es el homínido elemental, el hombre recién salido de las cavernas, el eslabón perdido cuyo instinto resulta más poderoso que la razón, enfurecido porque le quieren arrebatar la presa (la pérdida de la mayoría), la realidad se comienza a imponer sobre la venta de pomadas vencidas y el método electoral, del cual se servía, para freírle la cabeza a adecos, copeyanos y otras especies ruines, se vuelve en su contra.
ROBERTO GIUSTI
EL UNIVERSAL 14 de diciembre de 2010
Es el homínido elemental, el hombre recién salido de las cavernas, el eslabón perdido.
Personalidad múltiple, compleja y flexible, que se adapta a todos los terrenos y adopta tonos y maneras según las circunstancias lo exijan, en el fondo o quizás, mejor aun, en la superficie, este ha sido un hombre fácilmente discernible y hasta transparente en palabras y gestos.
Astuto, zamarro y resbaloso, de manera increíble ha logrado engañar a todo un país y a media humanidad, a lo largo de casi veinte años, con sus artes histriónicas, sus inagotables recursos retóricos y una capacidad innegable a la hora de vender unas ilusiones que, cuando se hacen mustias, sustituye por otras, frescas y cada vez más inverosímiles, mientras la realidad las va desmintiendo, una por una, sin que buena parte del público de galería sea capaz de advertirlo plenamente.
La doblez de esta manera de ser que podría representarse como arquetipo de una condición arraigada en cierto tipo de venezolanos, cultivada, refinada y amplificada por el uso masivo de los medios, resulta, no obstante, fascinante por lo elemental y primitivo de su naturaleza.
Es así como él no concibe el mundo sino entre dos categorías: lo que están conmigo y quienes no lo están. Y a estos últimos, como quieren mi salida del poder (no importa que sea por la vía electoral) les niego el pan y la sal, los persigo, los amedrento, los hostigo y si puedo los liquido, por siempre y para siempre.
Por eso nada más lejos de la verdad que esa especie según la cual la montonera gobernante es una reproducción de la era adeco-copeyana, con sus vicios, sus taras y sus corruptelas, sólo que exacerbadas. En realidad las diferencias resultan abismales y la básica es que mientras en democracia representativa se respetaba al adversario, se le reconocía, se convivía con él y se le dotaba de ciertos respiraderos (universidades, medios de comunicación, Inciba, Conac, créditos cinematográficos para hacer películas contra el sistema), lo cual generaba disenso, aquí se niega al enemigo y sólo se acepta la sumisión como forma de relacionamiento.
Por eso cierran medios, reforman la ley de contenidos, le cierran la santamaría a la investigación científica, ahogan a la empresa privada, niegan la presencia de la oposición en el Parlamento y en el envión esperan llevarse por delante a tres enemigos hasta ahora ilesos aunque aporreados: los medios, las universidades y el sector productivo.
Es el homínido elemental, el hombre recién salido de las cavernas, el eslabón perdido cuyo instinto resulta más poderoso que la razón, enfurecido porque le quieren arrebatar la presa (la pérdida de la mayoría), la realidad se comienza a imponer sobre la venta de pomadas vencidas y el método electoral, del cual se servía, para freírle la cabeza a adecos, copeyanos y otras especies ruines, se vuelve en su contra.
rgiusti@eluniversal.com
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