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La participación de los oyentes y las denuncias forman el plato fuerte de PLOMO PAREJO. Conducido por el polémico Iván Ballesteros que se caracteriza por descubrir, analizar y difundir temas que conmocionan el acontecer político a través del contacto con sus protagonistas. Sus secciones ya son todo un éxito: “Plomo y Candela” con Ballesteros y la periodista Patricia Poleo, “Misión Imposible”, "El Jalabolas", "Qué hace Chávez con el dinero de los pobres" han dado mucho de qué hablar.

Frases de dictadura.

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viernes, 5 de noviembre de 2010

Presidentas... Vistas y analizadas por Óscar Collazos

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Bachelet es una de las pocas mujeres que llegaron a la presidencia sin apoyo de un hombre poderoso

La elección de Dilma Rousseff como presidenta del Brasil completa la lista de diez mujeres latinoamericanas instaladas en los últimos 44 años en el difícil cargo de gobernar a sus países.  Pero, independientemente del 56 por ciento obtenido en las urnas por la candidata gobiernista, su triunfo está amarrado al cordón político del ex presidente Lula.
Algunas presidentas fueron accidentes, digamos conyugales, como María Estela Martínez de Perón (1974-1976), empujada desde las sombras por el mito de su marido y por la nefasta influencia del sombrío López Rega. El caos de su gobierno les abrió las puertas a la dictadura militar y a uno de los más sangrientos capítulos de la política latinoamericana.
Lidia Gueiler Tejada (1979-80) solo gobernó Bolivia en calidad de presidenta de la Cámara de Diputados. La derrocó el general Luis García Meza. No fue, pues, una presidenta elegida, como tampoco lo fue la haitiana Hertah Pascal Trouillot (1990), puesta en el cargo por el comandante en jefe de las fuerzas armadas.
Quien sí fue elegida democráticamente fue Violeta Chamorro (1990-97), que derrotó a Daniel Ortega, debilitado por 'la contra', la ya probada conspiración criminal de la CIA y los errores garrafales del gobierno sandinista. La viuda de Pedro Joaquín, empresario y periodista asesinado por Somoza, hizo un gobierno de relativa reconciliación nacional: era la cabeza de una familia ilustre con hijos sandinistas y antisandinistas.
La ecuatoriana Rosalía Arteaga (1997) gobernó por seis (6) días. Ocupó como vicepresidenta el escenario que dejó vacío el cantante pachanguero Abdalá Bucarán. No fue más que un accidente institucional en un país de frágil institucionalidad, amenazado todavía por la inestabilidad política.
La suerte de Mireya Moscoso, presidenta de Panamá de 1999 al 2004, obedeció en parte a la lógica de las sucesiones conyugales. Fue, en todo caso, avalada por unas elecciones democráticas. La viuda de Arnulfo Arias tomó el relevo e hizo, de todas maneras, un gobierno más bien anodino.
Del 2006 al 2010 gobernó Chile una de las primeras estadistas del continente: Michelle Bachelet. Había sobrevivido a la dictadura pinochetista y fue, en muchos sentidos, el espejo en el que se miró y mirará la centroizquierda socialdemócrata. Es una de las pocas mujeres, si no la única, que llegaron a la presidencia de su país sin estar atadas al cordón umbilical de un hombre poderoso.
Cristina Fernández de Kirchner, ex senadora de la provincia de Santa Cruz, fue elegida en el 2007 gracias al apoyo de fuerzas afines: su marido, Néstor Kirchner, y los influyentes partidos y sindicatos peronistas. Las controversias de su mandato, los episodios que envuelven a la pareja en posibles casos de corrupción y sus enfrentamientos con sectores políticos y empresariales la tienen ahora en el ojo del huracán. Tiene, en cambio, un desafío muy grande: gobernar sola y sin el libreto del marido.
La elección de Laura Chinchilla renueva la tradición moderada de la socialdemocracia costarricense. Sucede a Óscar Arias, de quien fue vicepresidenta. Y confirma una hipótesis: algunas de las mujeres elegidas en América Latina no lo han sido por ser mujeres que construyeron un liderazgo de género, sino por haber estado en la línea de sucesión de hombres poderosos.
¿Existe un sello especial que distinga a las mejores mujeres de la forma de gobernar masculina? ¿Cómo sería un estilo de gobierno femenino? ¿Puede una presidenta jalar procesos de equidad y reducir las desigualdades de género, tan evidentes en los países en vías de desarrollo? ¿Pueden existir los liderazgos de género?

Óscar Collazos

salypicante@gmail.com

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