La fecha clave, según testimonio del propio Hugo Chávez, se ubica en los alrededores de 1977, apenas dos años después de graduarse de oficial del ejército venezolano. Gobernaba el primer Carlos Andrés Pérez. Y él se iniciaba en las grandes ligas de la conspiración que lo llevaría, quince años después, a ejecutar un golpe de estado, a pretender asesinar al mismo Carlos Andrés Pérez frente a quien jurara lealtad en 1975, y a iniciar su loca carrera hacia el Poder.
Tendrían que pasar 33 años – la edad de Cristo – para que acosado por los primeros fantasmas de su muerte política, confesara en cadena nacional de radio y televisión y luego de reciclar su genética golpista durante cuatro días de tratamiento intensivo en la clínica de los Hnos. Castro, que al dar su fracasado golpe de Estado y esconderse en La Planicie sin disparar un solo tiro de su arma de reglamento, llevaba quince años conspirando. “¡Cobardes, dan asco!” dijo quien en una muestra de suprema e inigualable cobardíale sacara el cuerpo a las acciones militares que él mismo provocara y organizara, escondiéndose en el museo militar. “¡Ineficientes, dan asco!”, dijo el único comandante que sufriera un desmayo ante la sola idea de enfrentarse cuerpo a cuerpo con Carlos Andrés Pérez y quien ha demostrado ser el cantinero, el oficial, el golpista y el gobernante más ineficiente de la historia política de la República. Cómo provoca gritarle: “¡Cachicamo diciéndole a morrocoy: conchúo!”.
¿Qué pensar del derrumbe del país, de las crisis de la electricidad, del agua, del Metro de Caracas, y las ciento setenta mil toneladas de alimentos podridos y otras yerbas de cobardía e inoperancia supremas? ¿Qué esperar de las siniestras acusaciones de Walid Makled? Que la estantería del poder se le están viniendo encima y del aplastamiento bajo tal caudal de expedientes acusatorios no lo salva ni Mandrake.
De modo que la inoperancia, la cobardía y el culillo lo empujan a pedirle consejo al más siniestro, criminal y mortífero asesino del Caribe, a ver cómo saca las patas del barro. ¿Y qué le recomienda el culo atómico del que más mea en la isla del terror? Que se lance al vacío junto a su manga de golpistas inoperantes y no deje abierta ni una sola puertecita de escape. Y bruto como es, sigue las ordenes al pie de la letra. Está quemando los puentes de su retirada.
¿Qué pasará? Que de esta cagazón no lo salva nadie. Que más temprano que tarde trataré de echar pie atrás, pero será demasiado tarde. Y que le ha pasado lo que cuentan los brujos que Dios sabe hacer como nadie en el mundo: cegar a los que no quieren ver. Pedirá auxilio cuando vaya cayendo. No querrá escucharlo ni su madre. Escríbanlo.
--
Alberto Rodríguez Barrera
No hay comentarios:
Publicar un comentario