EDUARDO SEMTEI
No es descabellado titular la última gira del presidente como "el torbellino del despilfarro". Salió con los bolsillos llenos de dinero y regresó y endeudado. Repartió contratos y dólares como si fueran propios. No le consultó a nadie para firmar los acuerdos, para vender las refinerías de Pdvsa en Alemania. Los mandatarios lo reciben con el mismo ánimo que una madame hospedaría a su mejor cliente, ese personaje que todos conocemos, que llega a los bares con ínfulas de gran cacao y las meretrices lo especulan y lo limpian tomándose sorbitos de agua que el mencionado paga creyendo que brinda coñac. Ninguno le ve la cara, ni le presta atención, no hay declaraciones políticas de envergadura. Se limitan a preguntar ¿Cuánto traes? Los empresarios privados extranjeros, capitalistas salvajes, monopolistas por demás, desgajan la factura petrolera que reparte el hombre como si se tratara de papas o cebollas provenientes de la finca La Chavera de sus familiares en Barinas. Los monopolios extranjeros son perdonados, mientras las empresas en Venezuela son bautizadas como ladronas, especuladoras y esclavistas; Agroisleña u Owen Illinois. Va a Rusia y hace "international shopping" bancos, tanques de guerra (con los consabidos intermediarios) cohetes, fusiles, máquinas, vehículos, y hasta una planta nuclear, nosotros no le vendemos nada o casi nada, bueno unas refinerías en Alemania que, según los expertos mundiales, las liquidó a mitad de precio, como lo haría el mismísimo Carlos Sultán dueño de Graffiti. Lo especulan.
Luego saltó a Bielorrusia, la misma receta, compra bienes de capital, tecnología. Le vende petróleo barato. Sorprendentemente, les compra a las empresas de ese país, en dólares contantes y sonantes, los mismos productos de Agroisleña, qué vergüenza.
Sumó, de paso, al carrote del abasto, una fábrica de camiones Belaz y, ¡Dios mío!, 50.000 casas, todo ello a ser cancelado con divisas, sabiendo que las empresas venezolanas andan en estado de atraso o de quiebra.
Nos está arruinando. Sólo entre Rusia y Bielorrusia Chávez comprometió más de 15 millardos de dólares. Ya se verá en el futuro si tales compromisos tienen carácter legal, si son valederos a los ojos del Derecho nacional e internacional. Llega con las alforjas un poco vacías a Ucrania, pero, ni corto ni perezoso, le entrega una parte del territorio nacional para que empresas ucranianas exploten gas y petróleo. Da concesiones petroleras de la misma manera infame que lo hacía Juan Vicente Gómez. Repartiendo el territorio como si fuese su hacienda particular. Le garantiza petróleo por 200 años, no hay cosa que no ofrezca y al final canta victoria multipolar.
Para cerrar su viaje, "adquere" una flota de aviones militares AN-74 por otra millonada. El musiú de Ucrania sonríe para sus adentros. El nuestro ni cuenta se da de que sigue pagando tragos de agua a precio de coñac. Llega a Irán donde, junto con el jefe persa, le ofrece la muerte al imperialismo. Ambos carajean a Obama, ofrece financiar un par de refinerías en territorio iraní y firma no sé cuántos convenios petroleros donde somos compradores netos. Otra vez esquilmado.
Cambiando oro por espejitos. En Siria asiste a un acto rojo rojito donde le jura la muerte a Israel y promete acabarlo para siempre. Compra un bojote de productos agrícolas, además de 200 millones de litros de aceite de oliva. No halla qué comprar porque Siria no produce mucho. Comercia con empresas agrícolas en aquel lejano país. Jura que el multipolarismo avanza y que han acorralado a EE UU e Israel, cuyos mandatarios tiemblan de miedo ante la consolidación de una nueva alianza América-Europa-Asía-África. Ha nacido el nuevo poder mundial. En Libia le dan un doctorado honoris causa en economía, por favor, en economía, en Libia. Termina comprando barcos en Portugal, computadoras, condones, huevos de Navidad, huequitos para regaderas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario