No deja de ser sospechosa y altamente preocupante la relación cada vez más ceñida del tenientecoronelpresidente con su par Iraní.
Sobre este tema he escrito antes en este espacio. Pero el tema lejos de agotarse se reaviva con cada visita del mandón de Miraflores a Irán. La más reciente (novena) que tuvo lugar hace un par de semanas, sazonada, como nos tiene acostumbrados, con abrazos, apretujones, agarraderas de mano, besos y demás arrumacos, no deja de llamar la atención no solo a los venezolanos sino a mucha gente en el resto del mundo.
¿Qué tiene Venezuela en común con Irán que justifique el establecimiento de una “alianza estratégica con ese país? Absolutamente nada, salvo el hecho de que ambos países son miembros de la OPEP. Son dos países que tienen culturas diferentes, religiones diferentes, idiomas diferentes, sistemas legales diferentes y pare de contar.
En cambio el mandón de Miraflores si tiene mucho en común con su colega persa, y es en esto que se encuentra la razón del contubernio que los une.
Ambos son dictadores populistas que pretenden perpetuarse en el poder. Pero el rasgo que más los identifica y los une es la beligerante retórica anti-norteamericana, el anti-capitalismo, el odio irracional a los Estados Unidos. Además, ambos se sienten unidos porque se consideran ungidos como los creadores y protagonistas de un nuevo orden internacional.
Ambos acaban de afirmar que la crisis financiera que todavía afecta a muchos países es de naturaleza espiritual y moral, y abogaron por un cambio de sistema que permita a los países subsistir sin el libre comercio, “es como un cáncer que se ha extendido y que afecta las relaciones entre los pueblos” aseguró el mandatario venezolano – cuando el verdadero cáncer es su proyecto comunista que progresivamente invade todos los niveles de la actividad privada y contamina todos los estratos de la sociedad venezolanos.
Otro factor que une a los dos mandatarios es el delirio de grandeza. Ambos aseguran que sus países están destinados a convertirse en potencias. Cuando visitó Irán en abril del año pasado el inquilino de Miraflores anunció que había firmado con Irán un “acuerdo estratégico por diez años”, línea de partida de un nuevo mapa de ruta que conducirá a ambos países “a convertirse en dos potencias del siglo XXI. Dos verdaderas potencias para darle forma al mundo pluripolar”.
Los países pobres que aspiran a entrar en el “club de las potencias” lo primero que buscan es el desarrollo de la tecnología nuclear para jugarla como carta para chantajear a la comunidad internacional. La India se dotó del arma nuclear y está próxima a ser considerada potencia, Pakistán no ha tenido éxito y Corea del Norte aspira a que se le reconozca como una potencia como condición para negociar su desnuclearización.
El caso de Irán es claro. Ahmadinejad asegura que a corto plazo su país se convertirá en la primera potencia económica del mundo y reta a los Estados Unidos a reconocer que su país juega un papel importante en el mundo porque según él “el futuro pertenece a Irán”. Afirma además que las presiones internacionales sobre su programa nuclear no impedirán que su país se convierta en potencia.
El mandatario venezolano cree también que desarrollando la tecnología nuclear y apoyándose en su par iraní convertirá a Venezuela en potencia. Eso explica su apoyo irrestricto a los planes nucleares de Irán y al desafía de los controles que la comunidad internacional le ha impuesto a ese país para impedirle que fabrique el arma nuclear.
El mandón asegura que su reciente periplo tuvo como propósito contribuir a construir un mundo pluripolar porque supuestamente Bolívar dijo: “Hay que crear el equilibrio del universo en el mundo pluripolar”. ¡Cómo se manipula el pensamiento del Libertador!
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