Adolfo R. Taylhardat
Celebro junto con todos los venezolanos y todos los colombianos que se haya dado un segundo
paso hacia la normalización de las relaciones con nuestro vecino país. El hecho de que los dos
mandatarios se hayan reunido por segunda vez y que el ambiente prevaleciente en el encuentro
estuviera marcado por el entendimiento y la buena disposición es motivo de satisfacción porque
las relaciones entre los dos países nunca debieron llegar al nivel de cuasi-ruptura al cual fue
llevado el pasado mes de julio.
"Ojalá no se interponga alguien para ver cómo podemos volver a pelear, porque no es nuestra
intención. Todo lo contrario: lo que queremos es mejorar cada vez más nuestra relación con
Venezuela", señaló durante la reunión el presidente Santos.
En el mejor estilo de una ranchera mexicana, el venezolano ha proclamado que “nada ni nadie
podrá separarnos”, que nada ni nadie descarrilará a ninguno de los dos presidente del propósito
que se han forjado de desarrollar relaciones armoniosas. Como si acabara de descubrir la
América, el tenientecoronelpresidente dijo también: “Creo que en este planeta no hay dos países
que se parezcan tanto como Venezuela y Colombia”
No es mi intención lucir pesimista y mucho menos apostar a que el día menos pensado
mandatario venezolano vuelva a sus andanzas y arremeta nuevamente contra Santos como
lo hizo durante la campaña electoral colombiana. Pero, acostumbrado a la soberbia y la
intemperancia del inquilino de Miraflores, tengo serias reservas de que la luna de miel
venezolano-colombiana dure mucho tiempo. En cualquier momento, por “quítame esta pajita”
desatará nuevamente su furia jupiteriana contra su colega colombiano.
Los venezolanos no tenemos nada contra los colombianos ni los colombianos tienen nada contra
nosotros. Efectivamente, Colombia y Venezuela no solamente son muy parecidas, sino que los
dos países se complementan recíprocamente. Ojalá me equivoque y efectivamente este paréntesis
de entendimiento, cooperación y respeto se convierta en el “modus vivendi” definitivo entre
nuestros dos países. Pero todo depende de que el inquilino de Miraflores logre dominar su
destemplanza y coloque los intereses superiores del país y el bienestar de los venezolanos por
encima de sus arranques de rudeza y de insolencia.
Haciendo un balance del resultado de esa segunda reunión entre los dos mandatarios hay que
concluir que el presidente Santos se llevó la mejor parte. Logró todo lo que quería y creo que
hasta mucho más.
Siempre los documentos diplomáticos hay que leerlos “entre líneas” porque a veces en frases
aparentemente inocentes inocuas o anodinas se ocultan acuerdos importantes.
El párrafo 2º. del documento que registró los resultados del encuentro dice textualmente:
“Acordaron llevar a cabo una reunión el próximo 19 de noviembre en Cartagena de las
autoridades encargadas de la lucha contra el tráfico de drogas y delitos conexos”
Dentro de la categoría de delitos conexos al tráfico de drogas debe figurar, además del
secuestro, el hecho de permitir que bandas de terroristas narco-guerrilleros colombianos
reciban santuario, protección y cobijo en este lado de la frontera. Esperemos que esa reunión
establezca un compromiso serio de la parte venezolana de aplicar medidas efectivas para poner
fin definitivamente a la presencia campamentos de las FARC y del ELN en Venezuela.
Por lo pronto, como no puede pelear con Colombia mientras dura la luna de miel embiste a
España y la acusa de cobardía política porque le exige transparencia en el caso de los etarras.
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