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Caracas, Dtto. Capital, Venezuela
La participación de los oyentes y las denuncias forman el plato fuerte de PLOMO PAREJO. Conducido por el polémico Iván Ballesteros que se caracteriza por descubrir, analizar y difundir temas que conmocionan el acontecer político a través del contacto con sus protagonistas. Sus secciones ya son todo un éxito: “Plomo y Candela” con Ballesteros y la periodista Patricia Poleo, “Misión Imposible”, "El Jalabolas", "Qué hace Chávez con el dinero de los pobres" han dado mucho de qué hablar.

Frases de dictadura.

Frases de dictadura.
"Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es el más sagrado de los derechos y el más indispensable de los deberes”. Marqués de Lafayette.

Programa Plomo Parejo íntegro del día 03/04/2014

miércoles, 18 de agosto de 2010

EL PAIS DESDE LEJOS

Frente a un mundo más o menos predecible, donde los problemas se comparten o se superan en conjunto, venimos a ser la excepción vociferante, la nota exótica que necesitan los medios serios, la declaración de payaso de circo que llama a la risa o a la incomprensión de los lectores sensatos. Somos el puer aeternus, el adolescente incomprendido, el gritón de barrio que se forra de ideología o de causas perdidas para llamar la atención de los otros patios. Pero el vociferante, a nivel de los palcos de la globalización, no tiene nada que mostrar: ni antimodelos, ni nuevas realidades, ni saltos progresistas. Puro vacío, puro despilfarro, puro blablablá.

ANTONIO LÓPEZ ORTEGA

Visto desde lejos desde una conversación casual en un café, desde un foro universitario o desde un titular de prensa extranjera, el país es una grisura, una anacronía, un despropósito, un bostezo.


Si el desafío planetario tiende a ser uno solo la recuperación económica, la generación de empleo, el desafío ecológico, la sobrepoblación, nosotros hablamos de cortar exportaciones con nuestros socios comerciales, de planes de guerra con nuestros vecinos y de exhumación de cadáveres de nuestros antepasados. Ir a contracorriente, o avanzar sin rumbo claro, es nuestra cosmovisión mayor: así la agenda nacional viene compuesta por la improvisación, el capricho y la falta de escrúpulos.


Si hace apenas 10 años, o más, conceptos como deuda social, inclusión o abatimiento de la pobreza podrían haber justificado un fenómeno de la antipolítica como lo fue el ascenso en las encuestas de un ex militar golpista, hoy en día no hay excusa alguna: nuestros problemas siguen siendo los mismos y hasta los indicadores de las áreas sociales, sanitarias y de seguridad no cesan de empeorar. Las guerras reales, que son todas internas, y que tienen que ver con el desafío muy real de superar la pobreza a punta de crecimiento económico, generación de riqueza, fomento de empleo y concordia social, sin detrimento de las libertades políticas y de opinión, no parecen un horizonte difícil de librar. Pero para el pensamiento mítico, que no mundano, el domos no parece tener importancia y las muertes que cuentan no parecen ser las de hoy sino las de ayer.



La heroicidad no es de este tiempo de recortes eléctricos, desabastecimiento y secuestros, pues prefiere siempre el pasado inmutable de héroes petrificados.


La visión que quiere imaginar en cada detalle una espada dieciochesca que va liberando a los pueblos de América cuenta poco frente a los signos muy reales de la verdadera esclavitud de nuestros días: la pobreza de espíritu y medios que nos condena a ser siempre como somos, sin variar ni un ápice nuestras posibilidades de vida ni soñar con destinos mejores.

Si en el mejor de sus días esta gesta bochornosa tuvo alguna dosis de utopía, hoy en día ciertamente habitamos un no-lugar histórico: en nada nos parecemos a nada, ni siquiera a China con su desafío de potencia económica ni a Brasil con su altermundismo desarrollista (países hermanos según la monserga oficialista) , y preferimos abrazar cadáveres caribeños que tienen 50 años de inmovilidad.


Vivimos finalmente para henchir las páginas editoriales de guerras inexistentes, para incumplir las amenazas que proferimos y para hablar de paraísos imaginarios.

Frente a un mundo más o menos predecible, donde los problemas se comparten o se superan en conjunto, venimos a ser la excepción vociferante, la nota exótica que necesitan los medios serios, la declaración de payaso de circo que llama a la risa o a la incomprensión de los lectores sensatos. Somos el puer aeternus, el adolescente incomprendido, el gritón de barrio que se forra de ideología o de causas perdidas para llamar la atención de los otros patios. Pero el vociferante, a nivel de los palcos de la globalización, no tiene nada que mostrar: ni antimodelos, ni nuevas realidades, ni saltos progresistas. Puro vacío, puro despilfarro, puro blablablá.


Así nos ven desde afuera: como el experimento pimientoso que hay que agregar a los foros universitarios para que el público no escuche siempre lo que parecen juicios razonables, como la nota discordante que convierte la noticia juiciosa en escándalo o chisme, como la postura radical que en todo foro continental hace falta para que los consensos sean más difíciles de alcanzar.



alopezo@cantv.net


Ilustración: Alberto Rodríguez Barrera

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