Opina Gente
Publicado el 19.07.2010 12:52
Por Alexander Cambero
En el cierre de la gestión de Álvaro Uribe Vélez, como presidente de la república de Colombia, vuelve la denuncia acerca de la presencia en territorio venezolano de los principales dirigentes de las FARC Y el ELN. El ministro de la defensa del vecino país Gabriel Silva presentó ante los directores de los principales medios de comunicación, una serie de videos en donde se ubican los campamentos guerrilleros, inclusive pudo suministrar las coordenadas exactas. Gracias a la más alta tecnología en rastreo de objetos en movimiento, conocen al dedillo cualquier actividad de los facinerosos en nuestra nación. El gobierno venezolano respondió de manera vaga sin dejar claro el fondo del problema; un nervioso canciller Nicolás Maduro dando explicaciones incoherentes sacadas de un libreto del folletín marxista para niños. 
El hecho nos hace recordar la célebre Operación Fénix. La fuerza área colombiana esgrimiendo una estrategia militar de primer nivel, utilizó modernos helicópteros y un adiestrado personal para irrumpir desde las cercanías de la población Santa Rosa de Yanamaru, en la provincia ecuatoriana de Sucumbíos, el día 1 de marzo de 2008, causando la muerte de 22 guerrilleros, incluyendo el segundo comandante en rango del grupo terrorista armado Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) Raúl Reyes.
Colombia está en su derecho de sonar la alarma. La falta de escrúpulos de estos asesinos no tiene límites. Pretenden poner en aprietos a la democracia neogranadina, la misma es un estorbo mayúsculo para los propósitos de Hugo Chávez Sabe que Bogotá no claudicará ante el fogonazo de la mentira. Que la fortaleza de sus instituciones no dejará naufragar al sistema democrático que vive un momento estelar, con Juan Manuel Santos como engranaje fundamental. Lo realmente peligroso, es lo que se cocina en el ámbito estratégico de los dos países. Si Colombia demuestra la existencia de campamentos guerrilleros pondría a Hugo Chávez a tener que escoger entre sus amigos, o su propia estabilidad institucional. Se descubriría la ancha red de complicidades entre estos factores ideológicos afines. Quedaría ante la comunidad internacional como un mandatario farsante.
Si los espíritus de la guerra, en clara violación de nuestra soberanía, hacen volar un campamento guerrillero, de esos que dice la cancillería colombiana que están a escasos kilómetros de la frontera, quebrarían el espinazo del grupo guerrillero, quedando sin su benefactor desde hace una década. Ocurriría lo mismo que en Ecuador, caería un pez gordo en desmedro de la relación entre ambos países. 
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