Si nos remitimos exclusivamente al concepto de Legítima defensa o defensa propia, creo que sí. Ahora, tomando en cuenta las consecuencias socio-políticas de su asesinato, no creo que valga la pena, sobre todo porque la mayoría de los venezolanos demócratas no somos asesinos y clamamos por justicia.
De todas maneras creo conveniente abordar el tema, porque algunas personas se sorprenderían del alcance penal y judicial de la Legítima Defensa.
La Legítima Defensa o defensa propia, es un derecho penal que justifica la realización de una conducta sancionada penalmente, eximiendo de responsabilidad a su autor y/o reduciendo la pena aplicable al crimen. Otra manera de definir la defensa propia, sería el contraataque o repulsa de una agresión actual, inminente e inmediata con el fin de proteger la vida y/o bienes jurídicos propios o ajenos.
Si argumentamos que en Venezuela el estado de derecho ha sido confiscado por el propio Chávez y la mayoría de los ciudadanos se encuentran desamparados y a merced de cualquier dictamen politizado e ilegítimo de las cortes jurídicas de la nación, expropiando bienes, empresas y servicios a diestra y siniestra sin fundamento legal comprobado; la Legítima defensa estaría más que sustentada.
Cuando escuchamos a un autócrata moralmente decadente que sumido en el rencor y el odio absoluto, amenaza con borrarnos del mapa a todos los que nos oponemos a su ideología criminal, comunista y absolutista; nuestro instinto de supervivencia nos coloca en alerta máxima y todas nuestras terminaciones nerviosas y neurológicas actúan en consecuencia.
Es sencillamente la teoría de Darwin aplicada a los seres humanos en la Venezuela de Chávez: La Supervivencia del más apto.
Se supone que en cualquier país medianamente decente del planeta tierra, si alguien me amenaza de muerte o me roba toda una vida de trabajo quitándome mi empresa sin razonamiento jurídico alguno, insultándome y tildándome de apátrida, traidor, pitiyanqui, parásito, etc; yo tendría la potestad de acudir a los tribunales imparciales de la nación a exponer mi caso, esperando naturalmente que el estado de derecho me ampare y me favorezca de manera contundente.
Pero si esos tribunales de antemano son los que me persiguen y acorralan brutalmente como sucede en Venezuela por órdenes del propio caudillo, entonces yo tendría que tomar una decisión radical. O me largo del país y trato de rehacer mi vida en una tierra ajena a mis costumbres, o me quedo y busco la manera de sobrevivir eliminando a mi agresor y contribuyendo con la supervivencia de mi especie.
Ese dilema de irse del país o quedarse, no es sencillo, pero me consta que en el caso de los venezolanos, tanto los que están adentro como los que están afuera, se encuentran haciendo todo lo posible por eliminar al tirano y evitar el aniquilamiento de la especie democrática y progresista de la nación. Es una lucha a muerte entre dos especies incompatibles desde todo punto de vista, sólo tenemos en común el territorio que ha de ser liberado.
En estos casi 12 años de maldiciente mandato, Chávez ha destruido y confiscado el aparato productivo nacional. Ha divido a la nación de manera vil y rencorosa alimentando el odio, la muerte y el resentimiento. Ha destruido y subyugado todas las instituciones de la nación poniéndolas al servicio de un proyecto totalitario y criminal que contraria los valores del pueblo venezolano.
Se ha burlado de la gente decente y ha permitido que la muerte, los asesinatos, la criminalidad y la impunidad hayan cobrado más de 120 mil vidas sin remordimiento alguno. Ha convertido al país en un nido de terroristas y narcotraficantes con bandas paramilitares y grupos de exterminio a sueldo. Nos ha cercenado todos los derechos democráticos, representativos y republicanos que poseíamos de manera dictatorial y autocrática.
Ha dejado a miles de cientos de familias en la calle por caprichos ideológicos y ha desatado una cacería infernal en contra de la disidencia patriota y libertaria. Nuestro gentilicio ha sido manipulado con fines populistas criminales y los humildes de la nación, han sido convertidos en rémoras electorales con fines de lucro.
En pocas palabras, el país se ha convertido en un adefesio inhumano en donde reina la ley del oeste y el líder supremo oprime, ordena, expropia, encarcela, asesina y se burla de sus súbditos. Su prepotencia y mesianismo enfermizo lo han llevado a la cúspide de la irracionalidad humana, creyéndose intocable e inmortal.
Su enfermedad es terminal y no hay marcha atrás.
Si Chávez equivocadamente cree y espera a que renunciemos pasivamente a nuestro Legítimo Derecho a la defensa, no podría estar más equivocado y dentro de muy poco se llevará una no muy grata sorpresa.
Los patriotas de la nación solo esperan el punto de quiebre para actuar, la supervivencia del más apto tocará silentemente la nuca del dictador y es precisamente allí, en ese preciso momento de angustia y desesperación, cuando el tirano cobarde entenderá que su reinado canallesco y nefasto, fue simplemente un paréntesis infernal en los anales de nuestra historia republicana.
Montesquieu
¡Patria, Democracia y Libertad!
Roberto Carlo Olivares
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