6to Poder // Los martirios de Globovisión

Leocenis•|
La VERDAD / Mier.


Una de las tragedias más horrendas del periodismo, la vivió el Perú de ese pervertido -muy parecido en la charlatanería al señor Chávez- de Alberto Fujimori. Ahí, se satanizó a periodistas, se encarceló a otros y a diestra y siniestra se cerraron emisoras de radios, y doblegó a dueños de televisoras que con el mayor desparpajo las pusieron al servicio de la propaganda del régimen. Pero el periodismo al final venció. Porque la decencia siempre vence.

Ese bochorno parecía superado en Latinoamérica. Ese camino parecía transitado. Volver a llegar a eso parecía una quimera. Regresar a eso parecía ayer una imposibilidad. Pero ese es el camino por el cual vamos en Venezuela. Por lo pronto ya tenemos más periodistas que medios libres donde trabajar, y más gacetas y folletines de libertad de expresión, que verdadera libertad para decir lo que pensamos.

La creación de un ejército tumultuario de fiscales, jueces, policías, y afines, en permanente hostilidad contra todo aquello que suene a crítica contra el gobierno del señor Chávez, es una muestra, de la gravedad de lo que vivimos.

Chávez, persiguió a RCTV, de la cual recientemente como todo bocón confesó que en efecto la cerró porque le había dado la realísima gana. Hoy, luego de revolver un avispero interno en Globovisión que culminó con la salida triste de Alberto Ravell, el régimen en una muestra de petulancia a la cual ni Napoleón frente al Papa se atrevió, decide que Guillermo Zuloaga (presidente de Globovisión) y su hijo vayan a prisión. 48 horas después interviene el Banco Federal, propiedad de uno de los accionistas del canal.

Aquí, hará falta un rayo y un terremoto que nos sacuda del miedo y la apatía cívica en las que nos tiene envueltos el régimen totalitario de Chávez. Perdón, si peco de imprudente. Pero, como alguien debe decirlo. Lo digo. Mientras algunos dirigentes se desvelan en salir en las pantallas de Globovisión, hoy su apoyo a esta planta se ha reducido a pronunciamientos gafos, aburridos lamentos, y la cancioncilla soporífera de que el 26 de septiembre cual año del jubileo de los judíos todo se solucionará, y hasta las matas de limones darán manzanos.

Dios mío, ¿qué es peor, la petulancia del señor Chávez o la cándida oposición que hacemos? Cuanta falta hace un Oscar Pérez. Que necesario un Carlos Ortega. En fin, necesitamos hombres y mujeres a la altura de las batallas que estamos dando. No veo cual es el prodigio de seguir a los "Mariscales de las derrotas". A quienes perdieron las guerra de ayer, no debemos permitirles dirigir las de hoy.

Cuan equivocados están, quienes piensan que el régimen no irá por ellos. Bájense de esa nube. Irá. Ya lo tienen en la sala de la casa.

Cada quien debe hacer lo que su conciencia le manda. Y el derecho a la rebelión está en la Constitución. Oigan, es así, textual: rebelión. El ejercicio de un derecho no constituye delito. Sí así hubiera sido Chávez no hubiera jurado de una manera tan irregular ante la Constitución del 61, donde ejerció su derecho a desconocer esa Constitución y nadie lo metió preso.

Lo que queda claro, es que todo aquel que intente demostrar que en efecto este es un Gobierno no democrático, termina preso, perseguido o muerto.

Pobre de aquellos que hoy mantienen hostil silencio. Que tristeza aquellos que miran con ojos quebrados e inmovilidad el charco que hoy es la nación. Dios se apiade de quienes con el convencimiento que no serán ellos en el futuro los que estén perseguidos, optan por mirar a otros lados. Si la vida no nos fuera enseñando cosas.

Sólo les digo, no se aturdan con sus propias ideas del mundo, no se den por inmunes. Porque si algo nos ha demostrado la historia, es que, donde compraron los directivos de Globovisión, hay para regalar. Hoy, son ellos. Mañana, eres tú.

Cómo diría, El Ciudadano: "¡No es fácil... rueeeedalo!".