El vuelo de la cobardía... Titula Alexander Cambero

Opina Gente

Publicado el 02.03.2010 09:45
Por Alexander Cambero













El miedo hace piruetas en sus intestinos. Llegó desde Cancún con el rostro marchito por el dolor de ser descubierto. Bajo la coraza de un hombre que habla como la fina espada que atravesaba vidas en el campo de honor, se oculta un personaje sombrío que sabe de acatos y de vueltas hacía la rendición de los temerosos.

Se desploman sus rodillas para buscar el descanso en la claudicación. Las banderas del machismo revolucionario, cambian de rojos colores al tenue paisaje plumífero de los flamencos rosados que duermen en la reserva falconiana de Cuare. Alzan el vuelo hasta Martinica, y no luchan contra sus demonios sino que se entregan a la retina de todos. La difuminación de tonalidades también caracteriza los agrios caracteres. De fiero tigre sin Uribe presente, a mansa paloma carbonera con el colombiano a cuatro metros. Es la película de siempre con el mismo actor principal en escenario distintos.

Después de insultar al presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez, vía control remoto, tuvo que tolerar que teniendo a su rival en persona las cosas cambian de manera dramática, advirtiéndose un escenario disímil al de las declaraciones inspiradas en las fétidas bondades del estiércol.

Hugo Chávez quiere reconciliarse con Colombia. Necesita cierta confianza para husmear en el proceso eleccionario neogranadino. Para ello, requiere de todo un exorcismo político que lo haga un importante colaborador de algunos factores, que auspician la guerrilla y el protectorado del narcotráfico. Sabe que queda poco tiempo para lograr que Juan Manuel Santos no llegue hasta el Palacio de Nariño. Si no lo logra, volverán a abrirse los códigos secretos del computador de Raúl Reyes, y las más de dos mil correspondencias en donde se prueba de manera fehaciente, la conexión de Hugo Chávez con sus íntimos amigos de las FARC. Ese recurso de última instancia que tiene Colombia, y en especial de un acérrimo adversario de las tesis socialistas, como Juan Manuel Santos hace que en Miraflores estén encendidas las alarmas.

Los próximos meses harán más visible la turbación que confunde los intestinos. Las agallas de las que presume, serán como gelatina en los cumpleaños infantiles. Sus focas seguirán aplaudiendo hasta que haya botín que repartir, esos benditos maletines que cambiaron la vida de muchos, generando toda una cofradía de boliburgueses, que emulan con distinción a los principales malhechores de los cuentos de Ali Babá y sus cuarenta ladrones. Son el motivo más importante de sus declaraciones de obstinada obediencia.

Es una vergüenza para los venezolanos observar tantas ridiculeces. Tenemos que recordar que para desgracia nuestra, Hugo Chávez es el primer mandatario nacional. Sus actuaciones rocambolescas son una afrenta contra la dignidad de Venezuela. Quien sale mal parado ante la burla del concierto universal de las naciones, somos nosotros. Si fuera alguna peripecia en las profundidades del ecosistema llanero, de algún hombre común, que no supo colocar una red o su anzuelo quedó atrapado en el fango de un caño, las cosas no pasarían de la chanza entre las brasas de un buen sancocho. Lamentablemente quién comete los errores más insólitos es el hombre escogido para regir los destinos de la nación. Por lo cual, los ciudadanos de este país quedamos estigmatizados como seres que vivimos en una república bananera en donde un déspota destroza los sueños de una mayoría timorata.

Venezuela sufre la burla de sus pares. La tienen para utilizarla como financista de ideas desquiciadas que buscan defenestrar la democracia en el continente. Con Hugo Chávez los movimientos del terrorismo izquierdizante tienen su abrevadero.



Alexander Cambero
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