En carrera contra el tiempo, algunos piensan que por la cercanía de la aprobación de la ley de Emolumentos y otros porqué tienen todos los síntomas de actuar como ratas que abandonan el barco, los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela han acaparado titulares por dos hechos: por cortar las horas de servicios judiciales a la mitad en los tribunales y en sus propias salas, en atención, según ellos, a la crisis eléctrica, lo que violentó los derechos de todos los venezolanos por limitar el ya escaso acceso a la justicia que tenemos y por decidir, que cuando se jubilen seguirán yendo al trabajo y ganaràn dos sueldos, como no lo hace la mayoria de los venezolanos, puesto que hasta ahora al comùn se lo prohibìa expresamente la ley.
El Supremo venezolano, que no toma ninguna decisión contraria a la voluntad del comandante Chavez , tiene una prueba por delante, la de pasar por encima de la orden que hasta ahora ha expresado el Presidente, de bajar considerablemente el sueldo de los funcionarios pùblicos. Ahora sus altos funcionarios "yeden", porque es notoria la diferencia entre ellos y el comun. Un magistrado gana 50 veces el salario básico, sin contar los aguinaldos anuales y lo que chorrea. Y aun así, no soluciona problemas, sino que los crea. Pero los jueces del TSJ han sido más rápidos.
Ante la amenaza de bajarles el sueldo y convertirlos en pacientes de la Bolivariana de Seguros y por ende de los CDI en plena crisis, los magistrados se vieron en la obligación de garantizar sus derechos fundamentales a ser multimillonarios. Han cobrado muy bien sus coros en repetidos años judiciales de !!uuh, ahh!!! Chávez no se va" Y serán un hueso duro de roer, no tengo duda.
Son el ejemplo, por su posición privilegiada, de cómo reacciona una sociedad ante el poder. Se asombra del incremento de los robos y de los asesinatos a la gran masa de ciudadanos, pero reverencia la picaresca, la mafia, el cuánto hay pa'eso, la competencia sin cuartel por ver quien arranca más bienes al Estado. Los magistrados seguirán siendo honorables y su cargo deseado, aunque todos sepamos que con su conducta, la mayoría deshonra diariamente el ideal republicano de probidad, servicio público, austeridad, equidad y sapiencia que tradicionalmente se atribuye a los miembros del poder judicial.
En Venezuela, los jueces más envidiados, por estar en el máximo tribunal, se ocupan preferentemente de rebajar a la mitad sus horas de trabajo, de cobrar dos sueldos y convalidar toda decisión gubernamental que no afecte su capital. Por lo menos los atracadores callejeros asumen su rol sin estar dàndoselas de niño jesùs.
--
Alberto Rodríguez Barrera
No hay comentarios:
Publicar un comentario