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El comandante Farruco Sesto vistió el impecable traje de combate con el cual practica orden abierto y cerrado en la Milicia Nacional Bolivariana. Calzó las botas de paracaidista y se ajustó la pistola en la cintura. Estaba listo para el peligroso combate que lo esperaba. Desde una ubicación estratégica, listo para dar las instrucciones, examinó el terreno donde se libraría la batalla. Sus soldados, expectantes, saltaron sobre el objetivo cuando el comandante Farruco tocó un pito. Gracias a la sabiduría táctica del gran héroe, el enemigo, dirigido por ese temible guerrero que es Elías Pino Iturrieta, no pudo ni reaccionar. Fue tomado por sorpresa y sin que se derramara una gota de sangre. En huacales para tomates, el preciado botín, los archivos de Bolívar y Miranda, fue trasladado a su nueva sede, donde la amorosa y responsable mirada de Farruco lo tendrá bajo permanente vigilancia, para que nadie que no vista franela roja pueda echarle una mirada.
Luego el Héroe de la Batalla de la Academia de la Historia se sentó ante su computadora y le envió un parte a su jefe, héroe de otra batalla histórica, la del Museo Militar.
Escribió Farruco: "Con esta operación se da cumplimiento al decreto presidencial antes del tiempo previsto.
¡Recuperamos los archivos!, Presidente: misión cumplida". Se equivocaría quien creyera que estas líneas, ridículas y patéticas al mismo tiempo, son una caricatura de este minicronista, por ganas de joder al eximio minpopo de la Cultura. Pero no es mamadera de gallo. Así mismito las escribió Farruco y se pueden leer en la crónica de El Universal sobre ese Desembarco en Normandía que fue la toma de la Academia de la Historia. ¡Qué de complejos, Dios mío, segregan esas tres líneas!
SIMÓN BOCCANEGRA
TalCual
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