Empresas metalúrgicas, harineras, Casas de Bolsa y la hacienda La Carolina del embajador y político Diego Arria fueron sus últimos botines, al menos hasta que estoy escribiendo este artículo. ¡Dame -tal cosa- o me quedo con tu banco... ! ¡Exprópiese! ¡Pásamelo pa'cá!, son algunas de las expresiones que constantemente le escuchamos a un militar cuartomundista, cuya mente desvaría entre sus imaginaciones y apetencias y las clases sobre "inmortalidad en el Poder" que a cambio de que los mantenga, le imparten a diario los chulos cubanos.
Pero ante tanta descalificación, ante tanta satanización, ante tanto cuento de "ser rico es malo", de "Devolverle al Pueblo", de "No sirven esos documentos de propiedad", una se va hartando, y como pensar no es delito, pues ni modo... también aflora algo más que lógico... Y por qué -por ejemplo- si La Carolina no es de Diego Arría y los 3 kilos de documentos presentados, según el encapuchado Elías Jaua no prueban titularidad, si tenemos que aceptar que los Chávez: padres, hermanos, hijos, sobrinos y parientes del Benemérito, de pobres de solemnidad hace tan solo 10 años, ahora son groseramente ricos y sus fortunas hechas como empleados públicos, que es su única actividad conocida, si poseen con plenos derechos ese emporio barinés llamado La Chavera... Emporio que millones de venezolanos, si no nos prueban su legitima y honrada adquisición, gritaremos a coro: ¡La Chavera es del Pueblo" ¡Confísquese!
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Alberto Rodríguez Barrera
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