El desastroso gobierno del presidente Nicolás Maduro está en problemas más serios de lo que muchos creen, no por las protestas estudiantiles que ya han resultado en más de 16 muertes, sino por la tasa de inflación anual del 56 por ciento —la más alta del mundo—, que muy pronto puede tornar ingobernable al país.
La gran mayoría de los economistas coinciden en que ningún país del mundo ha logrado mantener estable durante varios años un índice de inflación de ese nivel.
La historia enseña que cuando los países llegan a esos niveles de inflación, o bien adoptan drásticos paquetes de austeridad para controlar la inflación, o caen en la hiperinflación, el caos económico y político.
En otras palabras, sería muy difícil que Maduro logre mantenerse en el poder hasta el final de su período, en 2019, sin tomar medidas drásticas para detener la espiral inflacionaria, poner fin a la escasez de alimentos e impedir la ingobernabilidad. He aquí las opciones que tiene:
1) Un paquetazo de medidas de austeridad respaldado por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Al igual que lo hizo Grecia recientemente, y como lo hicieron varios países latinoamericanos antes, Maduro podría pedirle al FMI que rescate a Venezuela con préstamos de emergencia condicionados a medidas de austeridad. Eso exigiría, entre otras cosas, un enorme recorte del gasto público, revertir las nacionalizaciones, levantar los controles de precios y devolver al banco central su independencia.
Por supuesto, todas esas medidas serían diametralmente opuestas a todo lo que Maduro y su predecesor, Hugo Chávez, han estado predicando en los últimos 15 años. Y para poder aplicar estas medidas de ajuste, Maduro necesitaría formar un gobierno de coalición para evitar que las actuales protestas callejeras se tornen aún más multitudinarias.
2) Un paquetazo de medidas de austeridad autoimpuesto, sin participación del FMI. Tal como hizo recientemente México con su Pacto por México, en el que todos los principales partidos políticos acordaron reformas económicas, Maduro podría firmar un pacto con la oposición para lanzar un plan de salvación nacional.
Pero lo más probable es que la oposición no acepte tomar responsabilidad por el desastre económico de Maduro, a menos que haya un gobierno de coalición que restaure la separación de poderes, y convoque a elecciones anticipadas.
3) Dolarizar la economía. Como Panamá, Ecuador y más recientemente Zimbabue, Maduro podría detener la espiral inflacionaria sustituyendo la moneda venezolana por una canasta de monedas, lo que en la práctica significa adoptar el dólar estadounidense.
Eso ayudaría a devolver la confianza en la economía del país. El problema es que, además de poner en ridículo su propio discurso “anti-imperialista”, dolarizar implicaría enormes recortes al gasto público. Eso, al igual que las opciones anteriores, sería muy difícil de hacer sin un gobierno de coalición o un acuerdo político con la oposición.
4) Un rescate financiero de China. Como hizo Cuba con la ex Unión Soviética, Maduro podría pedirle a China que rescate a Venezuela a cambio de tomar el control del país y convertirlo en un estado satélite.
El problema es que los chinos son muy cautelosos, y ya están preocupados por los más de $20,000 millones que les debe Venezuela. El año pasado, Venezuela le pidió a China préstamos por $10,000 millones, con mejores condiciones, pero sólo consiguió la mitad de ese monto, y con condiciones más duras.
Ahora, con mayor incertidumbre política que el año pasado, sería aún menos probable que China acepte rescatar a Venezuela, dice Evan Ellis, profesor del Centro de Estudios para la Defensa Hemisférica de Washington D.C., y uno de los mayores expertos estadounidenses en las relaciones entre China y Latinoamérica.
Cuando le pregunté a Ellis si China no podría estar tentada a asumir mayores riesgos a cambio de poder controlar un país petrolero como Venezuela, me dijo que es improbable. Eso requeriría un nivel de supervisión y control por parte de China que enfurecería a Estados Unidos, explicó.
“En todas las oportunidades estratégicas y económicas que los chinos aprovechan en Latinoamérica, siempre toman en cuenta la reacción de Estados Unidos”, me dijo Ellis. “China no quiere convertir a Estados Unidos, que es su mayor socio comercial, en su enemigo”.
Mi opinión: Es difícil decir cuál de estas opciones elegirá Maduro, pero está claro que no hacer nada no es una opción viable para él. No puede sentarse a esperar una nueva alza de los precios mundiales del petróleo, porque ningún economista serio está pronosticando eso.
A Maduro no le va a quedar otra opción que adoptar un paquetazo de medidas de austeridad, que no podrá implementar por sí solo en un país profundamente dividido sin provocar más —y más grandes— protestas sociales. Si no hay un rescate chino, todos los caminos apuntan a que necesitará un pacto político con los líderes de la oposición a quienes hoy insulta a diario.
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