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Frases de dictadura.

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miércoles, 18 de enero de 2012

Por qué Chávez odia a las primarias

Es la gran lección de política que la oposición venezolana establecerá
en las primarias del 12 de febrero próximo, la vía para poner fin al
esperpento de los presidentes vitalicios que al parecer nacieron para
negar la capacidad de empinarse y volar del resto de los venezolanos.
Manuel Malaver
La Razón / ND 15 Enero, 2012
Por qué Chávez odia a las primarias
No pasa un día sin que chavistas del más alto nivel, “revolucionarios”
del tipo Diosdado Cabello, Arístóbulo Istúriz o Cilia Flores declaren
que las primarias no llegarán a la fecha de su convocatoria, que ya
puede dárselas por fracasadas, y que más le hubiera valido a la
oposición escoger su candidato “a dedo” por disposición de la MUD, o
cualquier otro organismo elitesco opositor, si era que quería
participar en las elecciones de octubre y no en un acto fallido que
quien sabe a que atajo podría conducirla.
Siguen, por supuesto, la guía y conducción del “Comandante en Jefe” de
la manada, el teniente coronel y presidente de la República, Hugo
Chávez, quien, unas veces desde su lecho de enfermo, y otras desde los
estudios de televisión donde simula que tiene al poder total agarrado
por los cachos, también dispara sin descanso contra la oposición y sus
primarias, a las cuales califica como una pérdida de tiempo, un
auténtico saco “e” gatos o una trampa cazabobos de la cual saldrá más
dividida y confundida que nunca.
En suma, que una auténtica cayapa, con toque de arrebato para no dejar
de hostigar y desconcertar hasta el límite al electorado democrático y
opositor, donde también participan jefecillos minúsculos y menos que
minúsculos y esa vocería ensordecedora que no se por qué algunos
analistas llaman piadosamente “hegemonía comunicacional”.
La gran pregunta es: ¿Por qué si las primarias no pueden ser otra cosa
que un escandaloso fracaso y la mejor garantía de que Chávez
pulverizará a una oposición sin posibilidades de redención y
recuperación, no permitir que sigan su curso y se precipiten al
abismo, y animarlas, alentarlas y auspiciarlas de modo que el
“Comandante en Jefe” pueda decir en el momento de proclamar su
victoria ( y disfruta del tradicional dulce de lechoza) que él sabía
que eran “un desastre anunciado”, que no tenían otra alternativa que
rodar por el precipicio, pero que las motivó y hasta financió como el
“genial estratega” que siempre ha sido, y engaña a sus enemigos en el
mejor estilo Sun Tzu o de Maquiavelo?
Pues creo que la respuesta hay que buscarla, más en el universo
chavista que en el opositor, en el mundillo donde un caudillejo
decimonónico por la fuerza de las armas y el manejo tramposo de una
ideología anacrónica, y sin posibilidades de inserción en la sociedad
del conocimiento, el ciberespacio y la nanotecnología, usurpa la
libertad de elección de un conglomerado de 6 millones de personas y
les impone una candidatura en la cual la mayoría no confía y piensa
que debe ser renovada.
O sea que, la dictadura de Chávez, como todas las dictaduras
ideologizadas del pasado siglo, comienza imponiéndosele a los suyos,
los cuales se transforman desde el momento que la aceptan, en las
piezas de una estructura articulada para oprimir a un país.
De ahí que…!cómo les duele a Chávez y a los chavistas que la oposición
con sus primarias los haya puesto en evidencia, como les quita el
sueño tener que explicarles a sus militantes, aliados y a la comunidad
internacional que la llamada democracia “participativa y protagónica”
es un fiasco, que el “socialismo del siglo XXI” es el mismo comunismo
stalinista de siempre, y que Chávez no es otra cosa que un caudillejo
militar absolutista, cuartelario y pastoril, de aquellos que enseñaron
al Fuhrer Hitler, y al Duce Mussolini que una dictadura para que se
blinde férreamente debe tener una constitución de empaque, y una
democracia plebiscitaria que refrende su estafa personalista y
actoral.
Porque, hagan lo que hagan y digan lo que digan Chávez y lo chavistas,
para los 27 millones de venezolanos, los países de América y el mundo
y los organismos multilaterales que siguen el proceso electoral que
conducirá a las presidenciales de 7 de octubre, la asimetría no puede
ser más sencilla:
De un lado, una mayoría de demócratas venezolanos acosada, hostigada,
y excluida, pero, sin embargo, con la robustez, la confianza y el
coraje necesarios para enfrentar al totalitarismo sin conculcar la
constitución, renunciar a la paz, ni atropellar la democracia.
Del otro, una minoría autocrática, traspuesta al poder a través de
engaños, simulaciones y trapacerías, violenta y excluyente e incapaz
de permitir a sus seguidores elegir el candidato que juzguen más capaz
para representarlos, en vez de imponerles un presidente vitalicio, con
graves problemas de salud, achacoso, y sin otra aspiración que
sojuzgar al país hasta que la biología y la voluntad de Dios lo
permitan.
O sea que, una Venezuela libre, democrática, constitucional,
republicana, plural, alternativa, civilista, clara y transparente,
enfrentada a la oscura, torva y vetusta condenada a morir porque es un
accidente antihistórico, y contra civilizatorio, por cuanto a lo que
acude es a los peores rasgos de las utopías totalitarias que los
pueblos de finales del siglo XX derrotaron para siempre.
En otras palabras: que por ahí anda Chávez, reducido al pequeño
espacio de los pocos países que son clientes de la todavía cuantiosa
factura petrolera venezolana, que simulan secundarlo en sus fantasías
de restaurar el comunismo y el stalinismo, hablando insensateces sobre
un supuesto colapso de la democracia y la economía competitiva, más
contando sus fracasos que sus triunfos, sus muertos que sus vivos.
No convenciendo, sino venciendo voluntades a punta de petrodólares y
rodeándose de militares con cuentas que dar ante la justicia
internacional por presuntas complicidades con el narcotráfico que son
los únicos que se pueden arrimar a esta árbol sin sombra, de ramas
secas y carcomido por las plantas parásitas.
Incapaz de promover y confiar en los suyos, de legarles el poder ni
aun en la circunstancia de que su estado de salud no le augura un
futuro ni sano ni viable, sino preso de la obsesión que ha dado cuenta
del orgullo de tantos dictadores y presidentes vitalicios.
Es la gran lección de política que la oposición venezolana establecerá
en las primarias del 12 de febrero próximo, la vía para poner fin al
esperpento de los presidentes vitalicios que al parecer nacieron para
negar la capacidad de empinarse y volar del resto de los venezolanos.
El supremo objetivo de la “no relección”, en fin, para que todo
venezolano se sienta con la banda de presidente en el bolsillo si
tiene condiciones espirituales, intelectuales, éticas, y convicciones
democráticas para aspirar y lograrlo.
Y con este párrafo final respondo a la pregunta de por qué Chávez y
los chavistas odian a las primarias.

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