El jueves pasado Perú amaneció literalmente en shock con dos hechos relacionados con las elecciones presidenciales a efectuarse en primera vuelta el próximo 10 de abril.
En primer lugar el candidato Ollanta Humala, pasó sorpresivamente a encabezar las encuestas donde había permanecido invicto Alejandro Toledo hasta este momento. Simultáneo a esto, Hugo Chávez desde Uruguay, rompió el silencio con respecto a las elecciones en Perú calificando a Ollanta Humala como “un buen soldado, que retornó de la cárcel con un partido y un proyecto…” en clara comparación con su propia historia.
Las primeras planas de todos los diarios, titularon el jueves con la intervención de Chávez inclinándose hacia Humala, a pesar de que éste, a diferencia de las elecciones del 2006, utilizó como estrategia primordial en ésta campaña, el deslinde con el Presidente venezolano, aunque sus promesas, con Constituyente incluída, son una copia al carbón de las propuestas por Hugo Chávez en 1998 para acceder al poder.
A las declaraciones de Hugo Chávez que impactaron al electorado peruano que lo rechaza rotundamente, Humala le salió al paso, pero se negó a criticar el gobierno del Presidente venezolano, a quien le pidió no meterse en la campaña. Para hacer el contraste con la gestión de Hugo Chávez, Ollanta echó mano a un tema muy sensible en Perú asegurando que respetará la libertad de expresión.
2006-2011: El mismo escenario
En el 2006, Ollanta Humala, un oficial retirado de la Fuerza Armada peruana que dirigió un levantamiento sangriento contra Fujimori, se lanzó a la presidencia del Perú, relacionándose en todo sentido con Hugo Chávez, quien le inyectó ideas y dinero a su campaña. Humala no escondió nunca su afinidad con el Presidente venezolano y su ideología. Y salió victorioso en la primera vuelta electoral frente al candidato del Apra, Alan García.
Durante los tres meses que separaron las dos elecciones, todas las fuerzas se unieron contra Humala y al pueblo peruano se le presentó en los medios lo que significaría para un país que había logrado salir victorioso de la dictadura de Alberto Fujimori, elegir un presidente vinculado ideológicamente seguidor de Hugo Chávez y que por lo tanto, se prestaría a hacer un Gobierno de corte totalitario.
El peor enemigo de Humala fue haberse puesto en la misma acera de Hugo Chávez, quien tiene un rechazo muy fuerte en todos los estratos sociales en Perú y Alan García se convirtió entonces en Presidente.
Una de las fortalezas del gobierno de Alan García fue su discurso duro contra Hugo Chávez y las veces que lo enfrentó públicamente en cumbres presidenciales. De hecho, durante los cinco años de gobierno aprista, pese al riesgo económico que esto significaba, Perú dio refugio a líderes políticos venezolanos, mientras países como Colombia se negaron.
Durante los cinco años de Gobierno aprista, el chavismo no dejó de actuar en terreno peruano. Además de la generosa donación de 100 casas totalmente financiadas por Venezuela, organismos de inteligencia peruanos –unos de los mejores del mundo- detectaron presencia de elementos agitadores y propagandísticos financiados por Chávez como por ejemplo “El Chino” Carías militante del Movimiento Tupamaro, así como la campaña permanente de Telesur para incentivar el abono más importante del chavismo: El resentimiento.
Habiendo experimentado una derrota basada en su relación con Hugo Chávez, Ollanta Humala entró nuevamente en la contienda presidencial con un discurso absolutamente contrario a lo que Hugo Chávez representa. Se decretó Católico conservador, juró respetar la libertad de expresión, la propiedad privada, la inversión extranjera, la continuidad democrática. Sus campañas publicitarias promueven la justicia social, la no confrontación, la paz…al mejor estilo de la campaña del Amor escenificada por Hugo Chávez en las elecciones presidenciales del 2006.
Ollanta se cuidó muy bien de borrarse de su rostro la imagen de Hugo Chávez a pesar de que no pudo dejar de lado su germen militarista. Una periodista peruana le comentó a esta columnista: “En ocasiones, cuando Ollanta se encuentra muy rodeado de gente y uno lo llama por su nombre, simplemente no responde. Pero apenas le dices: ¡Comandante!, captas su atención inmediatamente”.
Humala intentó con declaraciones tímidas, provocadas por la insistencia de los periodistas en el tema, deslindarse de Hugo Chávez y en una oportunidad se atrevió a decir: “Si Chávez está gobernando sin el Legislativo, entonces es un dictador…” Tal como Hugo Chávez en su primera campaña electoral calificó de dictador a Fidel Castro para después intentar copiar el modelo cubano no sólo en Venezuela, sino como franquicia regional.
Menospreciado por el resto de los candidatos que le auguraban un quinto o sexto lugar, Ollanta Humala apareció en la recta final de primero en las encuestas y al parecer, es inminente su pase a la segunda vuelta electoral.
Escenarios para la segunda vuelta.
Aunque la mayoría de los analistas aseguran que tal como ocurrió en el 2006, el temor a una dictadura por parte de los peruanos llevará a Humala a la derrota electoral, esto dependería de con quién se enfrente en una segunda vuelta.
Segunda vuelta con Toledo: Alejandro Toledo no encontraría resistencia de los demás sectores para apoyarlo y de esta manera evitar el triunfo de Ollanta Humala.
Con Keico Fujimori: Sería el escenario más difícil para los peruanos. Algo así como lo definió Mario Vargas Llosa: escoger entre el Sida y el cáncer, pero aún así por la resistencia del Perú contra Hugo Chávez, apoyarían a Keico a quien no relacionan con el presidente venezolano.
Con Pedro Pablo Kuczynski: En este punto se complicaría el escenario electoral pues se daría la polarización entre las fuerzas de izquierda y la derecha representada por Kuczynski, un empresario de origen estadounidense. La base que apoya a Toledo, los indígenas, obreros, mineros, muy importantes electoralmente en Perú, no apoyarían nunca a Kuczynski y ese voto se iría hacia Humala.
Sorprendentemente, Hugo Chávez vuelve a ser decisivo en las elecciones presidenciales en Perú.
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