Por Ricardo Angoso
- ¿Prevalecerá la mentira en América Latina y en España?
- ¿Será verdad que una mentira repetida mil veces equivale a una verdad?
- Asistimos en América Latina a un proceso de profundo revisionismo histórico liderado por la izquierda. Aparte de abrir de la Caja de Pandora de la mal llamada memoria histórica, que no es más que la reescritura de bochornosos episodios de terror y violencia liderados por la izquierda en su momento y que ahora se pretenden reivindicar, los antiguos responsables políticos y militares que ganaron la batalla al marxismo han vuelto ser juzgados y, en muchos casos, encarcelados, como ha ocurrido en Argentina, pero también en otras partes del continente. Es la hora de la revancha, de la venganza.
- Esta izquierda vengativa, cutre, rencorosa y anclada en el pasado no sólo trata de conseguir la victoria política, sino también la ideológica y que sus errados planteamientos sean el núcleo doctrinario desde el que engañar a las futuras generaciones. Recuerdan mucho a ese idea pérfida y perversa expresada en la novela 1984 de George Orwell de "quien controla el pasado controla el futuro, quien controla el presente controla el pasado". Orwell, que conocía bien a la izquierda marxista, sabía de lo que hablaba y con conocimiento de causa; por poco acaba sus días ante un pelotón de fusilamiento en aquellos días de ruindad moral que fue la segunda República española controlada por los comunistas.
- Los izquierdistas no se conforman con haber abierto el innecesario y absurdo debate sobre la Guerra Civil española, atribuyéndose la superioridad moral y acusando a la otra parte de los más pérfidos crímenes, eso sí, obviando a los miles de asesinados por las fuerzas republicanas en los famosos "paseíllos" y las checas comunistas abiertas en los primeros días de la contienda. No olvidemos que más de 8.000 religiosos fueron asesinados por los comunistas y anarquistas durante el enfrentamiento civil y que otros miles de ciudadanos fueron ejecutados de una forma implacable y cruel por el bando republicano. Pero de esas víctimas no se habla, es políticamente incorrecto.
- Esos crímenes, en la mayoría de los casos, quedaron impunes y con la llegada de la Transición política en España, en aras de facilitar la reconciliación, el reencuentro y el perdón, se hizo borrón cuenta y nueva y se instaló una suerte de pacto nacional para olvidar las faltas de los dos bandos. Ahora Zapatero, genuino representante de la izquierda más rastrera y miserable políticamente hablando, resucita el fantasma de la Guerra Inicivil y reescribe la historia a su manera para engañar a las futuras generaciones.
- Algo muy parecido está ocurriendo en Chile y Argentina, donde la izquierda trata de confundir a los más jóvenes y a los más desinformados tratando de presentar lo que no fue más que la utilización de la vía armada y el terrorismo indiscriminado como una lucha de "jóvenes románticos e idealistas" contra el supuesto fascismo que imperaba en sus países. Nada más falso. Durante las décadas de los sesenta y los setenta, siguiendo la estela revolucionaria del terrorista y creador de los paredones de fusilamiento en Cuba, Ernesto Che Guevara, la izquierda radical y marxista comenzó una auténtica cruzada para destruir los sistemas políticos vigentes y construir saturarías de corte polpotiano al estilo de la isla-presidio de Cuba, el "paraíso" revolucionario para estos nuevos iluminados del tiro en la nunca y los campos de concentración.
- Como resumía muy acertadamente el ex guerrillero Jorge Masetti, en su libro El Furor y el Delirio, "hoy puedo afirmar que por suerte no obtuvimos la victoria, porque de haber sido así, teniendo en cuenta nuestra formación y el grado de dependencia con Cuba, hubiéramos ahogado el continente en una barbarie generalizada. Una de nuestras consignas era hacer de la cordillera de los Andes la Sierra Maestra de América Latina, donde, primero hubiéramos fusilado a los militares, después a los opositores, y luego a los compañeros que se opusieran a nuestro autoritarismo". Más claro y más rotundo, imposible.
- LA "VÍA CHILENA AL CAÓTICO SOCIALISMO
- Esa barbare a la que se refería Masetti es la que padecieron durante años y años las sociedades de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Uruguay, sumidas en la violencia terrorista y amenazadas por el riesgo de caer en manos de un grupo de iluminados. Chile, de todos estos casos, fue el que peor parado salió y, tras la llegada al poder de una coalición social-comunista de la mano de Salvador Allende, sufrió en carne propia la cubanización intensa a la que estuvo sometida durante tres largos e insufribles años (1970-1973).
- En septiembre de 1973, y tras estar el país hundido por la hiperinflación, el azote del terrorismo, la inestabilidad y el caos social y político total, una intervención militar que era la crónica de un final anunciado ponía punto y final a ese disparate de gobierno que era la Unidad Popular; la sociedad civil chilena respiró tranquila y se abría el periodo en la historia del país de mayor crecimiento económico y mayor estabilidad política. Este es un hecho, por mucho que les duela a los analistas de salón y los izquierdistas trasnochados. Por cierto, que este gobierno militar, a diferencia de los regímenes marxistas, entregó pacíficamente el poder a los civiles en unas elecciones democráticas y dio paso a una Transición tranquila, organizada y respetuosa con las demandas de la oposición.
- Sobre el golpe de Estado en Chile, la revista The Economist escribía entonces de una forma acercada y rigurosa: "La muerte transitoria de la democracia en Chile será lamentable, pero la responsabilidad directa pertenece claramente al Dr. Allende y aquellos de sus seguidores que constantemente atropellaron la Constitución". Y agrega, en la misma línea: "La responsabilidad es del Dr. Allende y de aquellos en los partidos marxistas que aplicaron una estrategia para controlar el poder total, al punto que la oposición perdió las esperanzas de controlarlos por medios constitucionales".
- Ahora, sin embargo, se está reescribiendo la historia y se pretende presentar el periodo más oscuro de la historia de Chile como la "época dorada" de la democracia chilena. Con la ayuda de los propagandistas de la izquierda europea y norteamericana, que adoran a las satrapías cubana y venezolana, porque son ignorantes y cínicos hasta la médula, los nuevos progresistas tratan de convencernos de las bondades de la "vía chilena" al socialismo, esa suerte de infierno que padecieron los chilenos de una forma absurda y aberrante. Qué vergüenza.
- Escribo estas líneas cuando acaba de terminar en Buenos Aires el indigno, injusto y kafkiano proceso contra los militares que evitaron que Argentina acabase en manos de la caverna marxista y troglodita que ensangrentó ese país durante décadas. En esa guerra, pues no merece otro nombre, hubo víctimas y también violaciones de los Derechos Humanos por las dos partes, algo que suele ocurrir desgraciadamente en todas las guerras. Pero solamente una parte, los militares, han respondido ante los tribunales por sus supuestas responsabilidades, mientras que los antiguos guerrilleros ocupan hoy puestos de gobierno y atizan desde los mismo el fuego purificador de la mentira contra sus antiguos enemigos. Además, para mayor agravio,los acusados habían sido ya juzgados e indultados por el presidente Carlos Menem. La justicia para la izquierda siempre es como un embudo: para sus enemigos, el lado estrecho, mientras que para ellos la anchura de los beneficios, el perdón y el olvido, que es la forma más indigna de ejecutar la revancha.
- Quizá, porque como señalaba de una forma meridiana y contundente uno de los acusados en esa suerte de pantomima jurídica que debería ofender a cualquier jurista imparcial, la victoria política, pero no militar, le ha correspondido a esta izquierda. Cito textualmente su declaración final ante la corte estalinista que le juzgó: "Escuados en la impunidad que hoy les brinda una justicia asimétrica y vaciada de derecho, no necesitan ya de la violencia para acceder al poder, porque están en el poder y, desde él, intentan la instauración de un régimen marxista a la manera de Gramsci, tomando como rehenes a las instituciones de la República y haciendo de ella, una simple expresión verbal, ajena a lo que prescribe nuestra Constitución Nacional. Gramsci puede estar satisfecho de sus alumnos. La Constitución Nacional guarda luto por la República desaparecida". La historia, desgraciadamente, la escriben siempre los vencedores y no los derrotados, aunque tengan razón y la superioridad política y moral les acompañe. Y luego, siguiendo las tesis goebbelianas, no olvidemos que una mentira repetida mil veces equivale a una verdad. ¿Será así?
- Ricardo Angoso
- rangoso@lecturasparaeldebate.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario