El presidente tunecino Zine el Abidine Ben Ali dimitió y huyó del país el viernes, debido a las protestas por el precio de los alimentos, es una clara muestra de lo que podría ocurrir en otras naciones pobres. La vaina es que Vzla ni emergente es...
Por Angel Jozami
15 Ene (Télam).- Los graves disturbios sociales desatados en Argelia y Túnez por las fuertes alzas de los precios de los alimentos constituyen un aviso de lo que podría ocurrir en otros países emergentes si continúa el incremento en los valores de las materias primas.
El derrocamiento del gobierno del presidente tunecino Zine el Abidine Ben Ali, quien dimitió y huyó del país el viernes debido a las protestas por el precio de los alimentos, es una clara muestra de lo que podría ocurrir en otras naciones pobres.
La rebelión iniciada a finales de 2010 en los dos países del norte de Africa tuvo como detonante el alza de los precios de artículos de primera necesidad, lo cual se sumó al alto desempleo existente entre los jóvenes y los problemas de acceso a la vivienda.
Esta semana, organismos de derechos humanos de Túnez y de Europa informaron que los muertos ascienden a 70. Argelia, país limítrofe al que se extendió la rebelión tunecina, conoce problemas similares, en momentos en que los precios de los cereales y granos alcanzan sus máximos valores históricos en el mercado mundial.
El jueves pasado, una información del Gobierno de Estados Unidos elevó los temores de que se repitan ahora los disturbios y saqueos que afectaron a varios países asiáticos y africanos en 2008.
Esa información indica que las reservas estadounidenses de los principales cereales se han corregido a la baja, en un contexto de fuerte demanda, en particular de aceites vegetales por parte de China, lo que ha presionado al alza el costo de esos productos.
Hasta el momento, los únicos países en los que se han registrado movimientos de protesta por la suba de los alimentos han sido Argelia, Túnez y Mozambique, mientras que en 2008 hubo saqueos en Egipto, Camerún, Haití, y otros movimientos menores en diferentes naciones africanas y asiáticas.
El anuncio de Washington hizo que el precio del maíz y de la soja alcanzara el jueves su máxima cotización en los últimos 30 meses. Una semana antes, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) había advertido que el mundo podría repetir la crisis alimenticia de 2008.
De cara a la próxima reunión del Grupo de los 20 (G-20) que tendrá lugar en París, el gobierno francés del presidente Nicolas Sarkozy está buscando un acuerdo con Estados Unidos y el Banco Mundial para frenar el impacto de los precios de los alimentos y los disturbios en los países más pobres.
También Corea del Sur, que fue anfitrión de la última reunión del G-20, realizó un llamado de atención sobre esta situación.
China, por su parte, está colaborando para enfriar el alza de los precios y para ello ha vendido maíz, azúcar, arroz y otros alimentos a naciones asiáticas.
Desde el punto de vista macroeconómico, la continuidad de la actual tendencia podría terminar afectando el consumo en las naciones emergentes, en la medida en que una parte creciente del ingreso de sus habitantes irá a parar al sector alimenticio en detrimento de otros rubros productivos.
En el caso de muchos países dependientes en extremo de la compra al exterior de alimentos, el alza de precios, como está ocurriendo actualmente en Venezuela, eleva el costo de sus importaciones y coloca en posición deficitaria su balanza comercial. Algunos países asiáticos ya están frenando sus importaciones de arroz.
En el caso de dos colosos de la economía mundial, India y China, en los últimos años han tenido que soportar un aumento de los precios de los alimentos de dos dígitos porcentuales.
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