Mientras era solicitado activamente por los organismos de seguridad en Venezuela desde noviembre 2008, el empresario acusado de narcotraficante Walid Makled se mantuvo oculto en una mansión de La Lagunita, bajo protección militar y desplazándose en vehículos con placas oficiales, publicó en exclusiva el-nacional.com.
En una tercera entrevista con El Nacional desde la cárcel de Cómbita, al norte de Bogotá, el polémico fugitivo cuenta cómo burló durante 20 meses una orden de captura internacional en su contra y revela otros nombres de altas figuras del Gobierno con quienes hizo negocios y pagó generosas sumas.
El acusado menciona que sostuvo relaciones estrechas con una larga serie de oficiales, cuya identidad se reserva “para cuando me toque presentar las pruebas”.
Solicitado actualmente por los gobiernos de Venezuela y EE.UU., Makled ha sido acusado no sólo de traficar con decenas de toneladas de cocaína utilizando puertos y aeropuertos en el estado Carabobo, sino también de ordenar el asesinato de tres personas.
El empresario de origen sirio, sin embargo, sigue negando las muertes que se le atribuyen, e insiste en que se trata de “falsos positivos”.
Makled indicó que entre las pruebas que planea consignar ante organismos federales está un pago de 880 millones de bolívares fuertes al general de Brigada Wilsson Marín Leal, un oficial que fue jefe de operaciones del Grupo de Transporte Presidencial N° 4, que se encarga de pilotear los aviones en los que viaja el presidente Hugo Chávez. “Lo conocí a través de otro general que no lo quiero nombrar, y nos hicimos muy buenos amigos”, dijo.
El pago fue una ayuda que Makled le otorgó al general Marín para atender necesidades personales. A cambio, puso a su disposición un oficial de la fuerza aérea, a dedicación exclusiva. “Puso a un mayor a trabajar conmigo. Lo tenía conmigo a la fecha del 2008″, precisó. “Iba a distintas partes, vaya haga esto, y el hombre se movía”, acotó.
Makled, sin embargo, se negó “por los momentos” a detallar la naturaleza de las diligencias.
Dijo también que además del pago inicial, estableció con Marín un pago trimestral mínimo de 150.000 dólares, “dependiendo de cómo estuviera la situación”. Las remesas se realizaban mediante diversos depósitos en distintas cuentas suministradas por el general Marín, indicó Makled. “Las pruebas las tengo”, agregó.
El acusado dijo también que sostuvo relaciones de amistad y de negocios con el actual comandante general de la Armada, vicealmirante Carlos Aniasi Turchio, desde cuando era jefe del puerto de Puerto Cabello.
En enero de 2006, Aniasi Turchio firmó la concesión de cinco patios de almacenaje a nombre de Makled, por un plazo de cinco años. “Tengo el documento con su firma, y se puede verificar en la notaría de Puerto Cabello”, apuntó.
Makled aseguró que para que le entregaran esa concesión, Aniasi Turchio realizó consultas previas “con los generales Henry Rangel Silva y Hugo Carvajal”, a fin de obtener la aprobación definitiva.
Makled dijo que el siguiente diálogo ocurrió en su presencia.
“Carlos Aniasi Turchio, amigo y compadre mío, agarró el teléfono y llamó a Henry Rangel Silva”.
Silva, aquí tengo a Makled, ¿cómo está él? El hombre está limpio. Fírmaselo sin ningún problema.
“Una llamada similar le hizo a Carvajal. Y me firmaron la concesión. Acuérdate que un puerto es seguridad de Estado”.
Cuando El Nacional le preguntó si conocía personalmente a Henry Rangel Silva, Makled respondió: “Vamos a dejarlo ahí, no nos vamos a llegar más allá”.
El hijo del vicepresidente Ramón Carrizález, que lleva el mismo nombre de su padre, también trabajaba con Makled, según asegura: “Es piloto de Conviasa y tenía una buena amistad con él”.
El presidiario dijo que a Carrizález también lo tenía haciéndole diligencias. “Cualquier cosa que yo necesitaba él me lo hacía. Y le pagaba 5.000,10.000 dólares.
Dijo que el Ministerio del Ambiente, cuando su titular era Yubirí Ortega de Carrizález, esposa del vicepresidente Carrizález, era cliente de las Almacenadoras Makled, y que pagaba 25% de comisión sobre los pagos que le hacía el ministerio para cubrir gastos de almacenaje.
Makled sugirió que tenía acceso a la justicia militar gracias a su amistad con importantes fiscales militares, entre ellos el mayor Nelson Morales, un capitán asimilado de la Guardia Nacional que encabeza la Fiscalía Militar del estado Aragua, y fue encargado de detener y procesar al general Raúl Baduel en abril de 2009.
“Tengo en mi poder una copia del carnet que me asignaron como fiscal militar, firmado por el fiscal general militar de Venezuela”, indicó.
Entre otros documentos de identidad oficiales, reveló que circulaba con un carnet que lo acreditaba como comisario de inteligencia, firmado por el jefe de Inteligencia de la Guardia Nacional.
Makled relató que fue advertido de la orden de detención en su contra gracias a una alerta que provino de la Fiscalía Superior del estado Carabobo.
“Inmediatamente agarré mi camioneta, una Autana negra, y salí del estado Carabobo para la capital, Caracas”.
Se mantuvo oculto en una casa de La Lagunita, propiedad de unos militares, cuyos nombres no quiso revelar porque “son amigos míos”. A los dos meses, se mudó a una casa cercana, siempre bajo protección militar.
“Con mi foto saliendo todos los días en la prensa, no me podía mover en carros civiles, tenía que moverme en carros oficiales. Carros civiles pero con placas militares. Un carro con placas militares nadie lo va a parar”. Agregó que varias personas del Gobierno le prometieron liberar a sus hermanos, pero que le “quedaron muy mal”.
En abril pasado salió por primera vez de Caracas, debido al secuestro de su hermano menor, Andrés, por cuya liberación exigieron 2 millones de dólares. En la casa de otro militar en Valencia, Makled dice que dirigió personalmente las operaciones de rescate de su hermano, con ayuda del Grupo de Acciones Especiales de la Guardia Nacional.
Tras la liberación de Andrés, Walid se dirigió a Cúcuta para atender varios asuntos personales. Detalló que emprendió un viaje por carretera que lo llevó desde Valencia hasta Barinas y de ahí a San Antonio, siempre en vehículos oficiales que les enviaban los comandantes de las guarniciones militares por cuyo territorio atravesaba.
En Cúcuta lo esperaba un chofer, que registró la habitación en la localidad de Los Patios, donde vivió por un mes hasta su captura en agosto.
Vía “El Nacional”
Por CASTO OCANDO
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