Chávez propuso traer brigadas juveniles
Lo hizo durante la reunión secreta que mantuvo con Cristina en Río Gallegos.
Por Carlos Manuel Acuña para el Informador Público
Las cosas comienzan a complicarse y la Presidente Cristina recibe presiones de todas partes. La interna oficialista está que arde y todos miran la evolución del proceso post Néstor como un combate que se acelera por momentos y amenaza con transformarse en incontrolable. Por un lado, Daniel Scioli ya puso en marcha los mecanismos necesarios para alcanzar el difícil control del Partido Justicialista y asentarse no solamente en la provincia de Buenos Aires sino extenderse para encontrar apoyo en otros distritos con miras al 2011. Su exitosa reunión con intendentes y dirigentes de base lo llenó de optimismo pero también de prevenciones. Sabe que en la medida que avance generará resistencias proporcionales y la primera es la de la misma Cristina Fernández, que está dispuesta a librar la batalla por la reelección. Todos dicen respaldarla pero ella está alerta y vigilante y sabe que deberá moverse en soledad para librar una batalla difícil y descarnada. El tema fue tratado el día del sepelio final de Néstor Carlos en Río Gallegos por el presidente de Venezuela, quien viajó expresamente para conversar con la Presidente sin oídos extraños ni interrupciones molestas. Pícaro, Hugo Chávez le demostró que el primer enemigo que debe vencer es al mismo gobernador de Buenos Aires pues hoy es el que está mejor posicionado en la interna e incluso maneja buena parte del aparato electoral del distrito más importante para ganar una elección. Cristina coincidió con ésta y otras reflexiones del venezolano y su mayor atención estuvo puesta en la necesidad de “salvar los principios” e imponer las ideas que la llevaron a librar una dura lucha política junto a su marido. Coincidentemente estuvo de acuerdo con que Daniel Scioli tiene puntos de vista bien distintos y que pese a declarar que forma parte del mismo proyecto, en definitiva, su posición moderada obliga a descartarlo como continuador de este gobierno.
En este punto de la conversación Chávez sacó el tema de la gran concurrencia al velorio y del curioso porcentaje de jóvenes que se hicieron presentes. A esta altura de los hechos, la inteligencia venezolana lo había informado del costoso operativo montado para asegurar este punto del operativo desplegado por el kirchnerismo. Sabía de los camiones y colectivos destinados a traer simpatizantes a la Casa Rosada, de los atractivos que sirvieron para incentivarla y sobre todo del empeño puesto para centralizar la escena en la persona de Cristina, ningunear a los indeseables, destacar quiénes no fueron saludados y a las personalidades que se les recomendó que no se apersonaran en la Casa Rosada. También pudo observar la diferencia entre el sepelio de su amigo de UNASUR, con grupos de personas que gritaban, cantaban y se movían casi sin control, con el de Juan Domingo Perón, que fue respetuoso, organizado y con amplia presencia militar en la ceremonia. Chávez no podía ignorar que todo esto constituían señales de las aspiraciones cristinistas y de la modalidad que compartía con sus asesores más cercanos. Fue el momento en que se refirió al acto previsto para el 10 de diciembre próximo, destinado a proyectar un amplio y profundo vínculo con los sectores de la juventud más dinámicos y cercanos a una propuesta más progresista y audaz. Entonces propuso traer a la Argentina a Brigadistas Bolivarianos, a jóvenes revolucionarios que podrían fotografiarse con los argentinos y de esa manera cimentar una coincidencia política e ideológica más allá de las fronteras. Chávez explicó que sería un verdadero mensaje a toda la región, mensaje que contribuiría, precisamente, a proyectar con más fuerza la alianza entre Quito, Caracas, Nicaragua y Buenos Aires. El montaje de ese acto se haría con un número de venezolanos que no sería exagerado pero sí suficiente para marcar un nuevo punto de partida después de la muerte de Néstor Kirchner y catapultar la figura de Cristina en el escenario latinoamericano, por las implicancias que aportaría esa concentración que debería vestirse con otros aditamentos para reforzarla.
Dicen que Cristina se entusiasmó y que el análisis del tema abarcó otros aspectos internos de la Argentina. Entre ellos, la necesidad de bloquear la disidencia de sectores de izquierda que disienten con el oficialismo, disidencia alimentada por la muerte de Mario Ferreyra, de la señora que se debate entre la vida y la muerte por el tiroteo que involucró al gremio ferroviario y por otros problemas que aparecen en el horizonte. Entre ellos, la división en que podría terminar la crisis de la CTA entre dos figuras de izquierda: Yasky y Micheli, el amigo de Víctor de Genaro, quien responde al comunismo cubano. Finalmente, el gobierno benefició al primero y ahora deberá hacer un gran equilibrio para evitar un combate interno que podría incentivar los peligros que se avecinan.
Esto que comentamos es nada más que una parte del problema. El papel de Moyano como secretario general de la CGT y presidente del PJ bonaerense introduce algo así como una cuña en esta crisis y abre una instancia que aún no está definida. En ella se mezcla lo sindical con lo político y la capacidad para presionar con la amenaza de paralizar al país en cualquier momento. Don Hugo ya lo anunció y dijo que no permitiría que ganaran los radicales si es que ese milagro se producía, pero aclaró que su fuerza estaba preferentemente destinada a evitar cualquier ascenso institucional de Julio Cobos.
Cristina está perfectamente al tanto de éstos y otros pormenores. Así, nació la tarea anticipada encomendada a Héctor Timerman para insultar al vicepresidente de la República, quien ya está enterado de que deberá soportar una creciente y agresiva campaña contra su persona. Pero hay otro tema: el manejo de las cajas que antes estaba exclusivamente a cargo de Néstor Carlos, quien conocía todos los secretos, promesas y compromisos que dirigían el intenso tráfico de dinero que tenía como destinatarios a personajes diversos. Los lamentos de Luis D’Elía son nada más que una señal de lo que ocurre, pues los recipiendarios de esas sumas ahora no saben a quién recurrir para el cobro pertinente. Los encargados directos de concretar los pagos, prudentes, esperan órdenes que formaban parte del costoso aparato político que ahora está a cargo de Cristina, aunque también hay otros que podrían intervenir en un tema tan delicado. Controlar una de estas corrientes financieras serviría para manejos políticos que podrían devenir en inorgánicos y con ello se crearía una situación de la que lo menos que podrá decirse es que será confusa y mucho.
Esto generará enojosas reacciones por parte de quienes se sientan postergados y no se necesita ser de derecha, de centro o de izquierda para ejercer la lógica apetencia por los famosos sobres. Esto no es un simple tema adicional a este escenario donde se manejan, para la izquierda más afín a Cristina, su hijo Máximo que aunque parezca una exageración, pesa bastante en este esquema, el propio y mal hablado Timerman, Kunkel, Taiana, Eduardo Luis Duhalde y Horacio Verbitsky como figuras principales que posiblemente deberán intervenir para encontrar definiciones que también involucran a personajes menores como el cariacontecido D'Elía, Pérsico y otros activistas más dependientes de los estilos crematísticos para jugarse en favor del progresismo.
Según algunos observadores, el gobierno -y el mismo Chávez- no ha medido adecuadamente lo que podría suceder con unos cuantos miles de jóvenes desatados e incomparables -hay que decirlo- con los que integraron al contingentes de más de un millón y medio de personas que fueron a pie en procesión a Luján. Las tensiones han subido a tal punto, que hay quienes aseguran que podría producirse la batalla inconclusa de Ezeiza que allí provocó la izquierda revolucionaria en 1973, cuando Perón volvió de España con Héctor J. Cámpora quien había sido electo presidente de la República. La matanza nunca aclarada totalmente, aceleró su defenestración y para los analistas, si ahora llegaran a ocurrir hechos similares, quedaría por discernir con claridad quien y quienes formarán en los distintos frentes. Los montoneros, los muchachos de Quebracho y otros grupos, están preparados y todos se preguntan cómo se podrá controlarlos. Si vienen… ¿lo harán los bolivarianos del Socialismo del Siglo XXI...?
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