“Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, los que padecen
persecución por causa de la justicia porque ellos van a ser saciados”.
(mat. 5,6-10)
Viendo una entrevista a un conocido sujeto que por sus acciones
más bien parece leguleyo, pude notarle una sensación de angustia;
con dificultad pretendía ocultar el terrible miedo que le embargaba;
sus ojos se mostraban desorbitados, faltas de aire o asfixia cuando
hablaba, su copete deshilachado por el tiempo es hoy simulado por
un peinado rebuscado; sudoroso, su pañuelo de tanto roce a un
rostro demacrado aparentaba perder la fineza de la marca; daba la
impresión de querer huir de ese lugar. Debe ser espantoso estar en
su pellejo. Busca desesperadamente un lugar en el Tribunal aunque
sea de suplente, alguacil, tenedor de libros, escabino, chofer o lo
que sea con tal de sentir cierta seguridad.
¿A que se deberá que un hombre de leyes pueda presentir tanto
miedo?
Tiene miedo porque siente que está siendo imputado por Dios.
Todos tenemos que dar cuenta a Dios tarde o temprano; y con
mayor dureza el castigo al jurista, pues como su nombre lo indica,
juró ante Dios respetar la Ley o de lo contrario demandado por
infringirla. Causa y efecto. Acción y reacción como consecuencia
de sus acciones.
Mucho se dice sobre la justicia: Unos dicen que es ciega porque
no tiene preferencia para ningún ser en especial. Otros porque
permite la injusticia. Filosóficamente la Justicia es justa y aunque la
muestren con ojos vendados ve mucho más de lo que imaginamos.
Es uno de los atributos más notables de Dios; lo que no llega a ser
justo son los errores propios del hombre, mucho peor cuando los
que la manipulan son personajes siniestros.
Todo el deseo de justicia es necesario y queda satisfecho cuando
sentimos que el propiciador y sus respectivos cómplices pagan
su delito. La justicia siempre prevalecerá. No necesitamos
preocuparnos por todos aquellos hombres y mujeres de la Ley que
han usado y abusado de ella, porque ya les martilla la conciencia. El
día de su juicio, les está llegando y muy rápidamente.
VINICIO GUERRERO MENDEZ
Vinguerrero@hotmail.com
“Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este
derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de
investigar y recibir informaciones y opiniones y el de difundirlas, sin
limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. (Art.19 de la
Declaración Universal de Derechos Humanos)
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