El líder intergaláctico, aterrorizado por las encuestas, salta de cadena en cadena, cada vez que el fútbol lo deja, para tratar de tapar la lluvia de ladronismo e ineficiencias que caracterizan esta revolución pirata. La consigna es la misma: no soy culpable de nada, soy perfecto, soy el más honesto, soy un santo, soy puro amor, soy brillante, estoy fuera de este mundo. Bajo esa premisa, el militar prestado a la política, no puede perder una nunca.
Pero, la verdad salta a la vista. Es la misma grosera presencia, llena de rabia y hasta histérica por momentos, lo que transmite. No comunica la perfección que pretende. Lo que se mueve en la pantalla es un líder en decadencia, golpeado por la pérdida de popularidad y credibilidad, acosado por corruptos disfrazados de comunistas, rodeado de un bojote de militares que saben muy bien cómo mejorar sus vidas a cuenta de socialismo y, últimamente, brincando de contenedor en contenedor en medio de la mayor robadera e incompetencia que registre la historia de todas las revoluciones piratas del mundo.
A tres meses de las elecciones parlamentarias, las derrotas se le amontonan. Y no se trata de las politizadas muchachas del equipo de softbol, también atrapado entre la pava macha y la falta de calidad para pasar de un quinto lugar eterno. La debacle es en todo. La economía apenas supera a Cuba, la hermana pobre del Caribe. El empleo está en las calles, en la buhonería, donde el futuro se labra a punta de harina revendida más cara, como haría un capitalista de los más salvajes. Los delincuentes y asesinos casi son aliados del proceso. Matan gente, son azotes de la sociedad y no les hacen nada. Todos los malandros son para la revolución caballeros Guveia. La robadera en Pdvsa y toda la administración pública es tan difícil de ocultar como las camionetotas y los apartamentotes que se gastan los nuevos ricos revolucionarios. La incapacidad va pegada a cada expropiación. La piratería de la revolución va pegada a cada confiscación. Empresa o hacienda que toman por asalto va directo a la quiebra sin que cadena alguna pueda parar la debacle. Los puertos en manos del Estado son, además de nidos de ladrones, el escaparate de la incapacidad vestida de verde oliva. Ahora las importaciones las sueltan en Araba o Curazao ante el cuello de botella que tienen los rojos rojitos en los puertos venezolanos. Son malos. No hay la más mínima duda. El empeño en hacer del país una copia de Cuba está tumbando todo el quehacer económico sin que a mi comandantepresidente le tiemble el pulso. Más bien dice que está acabando con el capitalismo y que poco a poco vamos al socialismo. ¿Cómo será cuando lleguemos allá?
Cada mes un escándalo. Cada mes una retahíla de cadenas para tratar de tapar la incapacidad que ya invade terrenos de brutalidad. Este año ha sido ejemplo clásico de deterioro y barranco. Arrancamos hundidos con el submarino de Giordani y Chávez en medio de una terrible recesión, mientras todos el mundo, toda Suramérica va creciendo y saliendo con éxito de la crisis. De inmediato, también con arranque en el 2009, se agrava la crisis eléctrica dejando al descubierto toda la falta de profesionalismo que ha manejado al sector en estos tiempos de revolución pirata. Hasta un alto mando eléctrico inventó el militar principal justo cuando había más tiempo sin luz que con luz en todas las grandes ciudades, mientras le ponían velas al Señor para que lloviera y así, sin ninguna pena, salir del paquete a punta de Gurí, una obra que jamás podría construir una revolución pirata como ésta. En materia eléctrica el chavismo hablador de pistoladas depende absolutamente de una obra adeca. Como en todo. Esta gente no ha hecho nada importante y las pocas obras que han levantado han costado más que su precio internacional, pues aquí hay hambre atrasada y hay que pagar comisiones por todos lados.
Esta gente habla de defender a los pobres. Pura pistolada. Solamente con el escandaloso caso de los contenedores cubanizados queda probada, sin cadena que pueda con eso, la infinita hipocresía que mueve a esta revolución pirata. Se calcula que solamente en los contenedores podridos se gastaron unos 3.000 millones de dólares, cuyo costo real estaría en apenas 1.000 millones. Los otros dos mil millones estarán bien repartidos en los bancos capitalistas del mundo que afortunadamente para los chavistas no están intervenidos. Ese negoción es solamente con los podridos. Los que entran y efectivamente van a Mercal o Pudreval, también dejan su tajada, pero de menor cuantía. Un 20% calculan los entendidos. Mientras haya entradas petroleras en dólares esta fuente de negocios no parará. ¿A quién le interesa la producción nacional si pueden hacer mucho dinero a punta de compras foráneas? Eso lo sabe hasta un militar comunista. Es decir, no hace falta ser inteligente. Hace falta ser ladrón. Más nada.
Elides Rojas
Twitter: @ejrl
El Universal
02.07.2010
06:31 PM
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