Ministerio del Poder Popular para las Obras Públicas y Vivienda (Mopvi), Seniat, Guardia Nacional, Bariven, Pdval, Mercal, Pdvsa y Bolipuertos, son más que simples entes burocráticos del Estado. Forman en su conjunto una cadena de responsabilidades en el caso de los cuatro mil contenedores con comida en mal estado descubiertas en Puerto Cabello gracias a la llamada auditoria social, convertida en todo un bumerán para la gestión revolucionaria.
Quienes dirigen estos organismos: Diosdado Cabello, José David Cabello, el mayor general Fredys Alonzo Carrión, Rafael Ramírez y la capitana de navío Elsa Gutiérrez Graffe, también forman parte de la cadena de confianza de quien dirige los destinos del país. De la más alta confianza, al punto que el presidente Hugo Chávez puso en sus manos la coordinación y el manejo de una de sus más gastadas banderas: evitar el desabastecimiento e impedir que el pueblo pase hambre.
Pero la confianza del Presidente se estrelló contra un gigantesco muro de incapacidad, ineficiencia, desconocimiento del delicado funcionamiento de la cadena de frío, de la logística portuaria, de la Ley Orgánica de Aduanas, entre otros aspectos. Resultado: miles toneladas de alimentos que se perdieron entre los tantos ensayos y errores de la revolución bolivariana.
Entre estos nombres, Gutiérrez Graffe, destaca no por su condición de militar ni mucho menos de mujer, sino porque contaba para llevar con éxito su gestión con todo el poder del gobierno central y con el apoyo de los cubanos, quienes según Miraflores son lo mejor de lo mejor en aquello de prestar servicios de todo tipo para apuntalar el socialismo venezolano.
Elsa Iliana Gutiérrez Graffe en los últimos días ha sido mencionada en varios foros virtuales, lamentablemente con calificativos inapropiados y especulativos sobre su trayectoria profesional. Es evidente, que por su cargo como presidenta de la empresa estatal Bolivariana de Puertos S.A. (Bolipuertos) y Puertos del Litoral Central, PLC S.A. (a cargo de los puertos de La Guaira y La Ceiba), ella debería ser la primera en explicar qué pasó en esos almacenes de Puerto Cabello para que cuatro mil contenedores con alimentos destinados a Pdval pasarán desapercibidos de su supervisión inmediata y que ahora sean los protagonistas de las diarias alocuciones presidenciales.
Muy poco se ha publicado sobre la capitana Gutiérrez. En los medios de comunicación solo hay algunas menciones de su presencia en escasos eventos o para reseñar sus inspecciones en diferentes puertos del país. La fotografía que más se ha difundido por Internet es una en la que aparece con su uniforme de la Armada frente al Primer Mandatario Nacional. Definitivamente no es una persona que se expone demasiado a los micrófonos, ya que sus declaraciones son pocas y breves. Y sobre su trayectoria profesional hay que extraer con pinzas las tres o cuatro líneas que han sido reseñadas.
Se sabe que trabajó en el Ministerio de la Defensa, durante la gestión de Orlando Maniglia. En octubre de 2005 fue designada como miembro del Comité Financiero y de Operaciones del Banco de la Fuerza Armada Nacional, que en ese momento era presidido por el general de brigada César Torres. Pero su cargo más conocido fue la de edecán del presidente Chávez.
En enero de 2009, la capitana Gutiérrez pasa a dirigir la empresa Puertos del Litoral Central y un año más tarde, el Jefe de Estado la nombra como presidenta de la Sociedad Anónima Bolivariana de Puertos, empresa estatal adscrita al Ministerio del Poder Popular para las Obras Públicas y Viviendas (Mopvi), que comanda Diosdado Cabello.
Elsa Gutiérrez Graffe contaba con todo el marco legal necesario para llevar adelante el socialismo en los puertos. En el 2008 se reformó la Ley Orgánica de Aduanas en la cual se estableció la figura del abandono legal, mediante el cual se otorgaba a las empresas de la cadena de frío a disponer de las mercancías en un plazo de 15 días. Al término de ese plazo los contenedores deberían ser devueltos a las empresas navieras para evitar una multa de 100 dólares diarios o que se declarara el contenido de utilidad pública. Así supuestamente no habría acaparamiento.
El 20 marzo de 2009 mediante un Acuerdo de la Asamblea Nacional se publica en Gaceta Oficial la reversión de las competencias portuarias al Ejecutivo Nacional, por órgano del Movip, es decir que las gobernaciones de los estados Nueva Esparta, Carabobo y Zulia, en poder de la oposición, perdieron la administración de los puertos: El Guamache, Puerto Cabello y Puerto de Maracaibo. Cuatro días más tarde, el 24 de marzo de 2009, fue creada Bolipuertos con 49% de participación cubana y 51% del estado venezolano. Esta empresa mixta es la encargada de la gestión, administración, aprovechamiento y manejo de las operaciones portuarias de los almacenes, silos y patios ubicados en áreas primarias de los puertos públicos.
Además del escándalo de los contenedores con alimentos caducos, recientemente se reportó un cuantioso hurto de medicinas, valorado en 1,4 millones de dólares, de los almacenes del Puerto de La Guaira. La mafia portuaria es un problema, sin contar que los puertos nacionales, ahora bajo el control absoluto del gobierno central, tienen millonarias deudas acumuladas por operaciones de carga y descarga y rebosan de conflictos sindicales por las condiciones laborales.
Los problemas no quedan allí. En lo que va de año no ha salido, al menos por el Puerto de La Guaira, ni una sola tonelada para exportación. Las instalaciones sufren por la obsolescencia de equipos y maquinas. Los costos de operación se han elevado. Crecen las exigencias por parte de cooperativas que quieren participar de los contratos portuarios que ya disfrutan cuatro selectas cooperativas. Las demandas sociales de los consejos comunales también aumentan. Y, finalmente, las fallas en el suministro de energía eléctrica afectan el óptimo funcionamiento de la cadena de frío.
Para la capitana Gutiérrez la tarea no ha sido sencilla. Su actitud clara y firme, de acuerdo con la versión de algunos trabajadores, no ha sido suficiente para mostrar una gestión eficiente. Y al parecer la militarización y cubanización de la gerencia portuaria no ha llevado a los consensos sino a la descoordinación, la incomunicación y las serias diferencias en torno a la política portuaria. Falta por ver si la capitana se hunde con sus puertos, o si la cadena de poder y confianza a la cual pertenece le envía un salvavidas para que la saque a flote.
O3P
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