Si algo ha caracterizado al régimen cubano ha sido su habilidad para vivir a costillas de otro. Por muchos años, la destartalada economía cubana, sobrevivió por la ayuda económica de la Unión Soviética. Después de la llegada de Gorbachov al poder y con la aplicación de la Perestroika y más aún con la Glasnost, Fidel decidió rechazarla y mantener la más rígida ortodoxia estalinista en la isla. Vino después la época del llamado “período especial” en el que, gracias a la habilidad organizativa de Raúl Castro, se establecieron las empresas mixtas controladas por MINFAR junto con una aplicación sui generis de la NEP de Lenin que, con el cinturón apretado, evitaron el colapso total de la economía.
Lejos está hoy la isla de producir el sueño de los 10 millones de toneladas de azúcar, ni siquiera los 5 millones que pudieron producir. Las cifras actuales rondan en un millón de toneladas. Pero como la suerte parece sonreírle a los hermanos Castro, apareció de pronto la mano dadivosa de Chávez que en algo ha paliado lo que hubiera ocurrido de no haber aparecido. Esta ayuda aplazó el colapso final de la economía cubana. No se debe olvidar que Cuba de ser una de las más prósperas de America latina antes de Fidel se acerca cada día más a la trágica situación de Haití, por causas naturalmente diferentes.
Lo que está ocurriendo con la economía venezolana debe tener muy preocupado a Raúl, ya que Fidel cuenta cada día menos, y es sabido que la economía nunca fue su fuerte. A Cuba ni le conviene, ni le interesa una Venezuela empobrecida. Y a pesar de que muchos sueñen que este otrora país de gracia es una nación rica, no lo es. Porque la riqueza no se basa en la existencia de materias primas sino en la capacidad de su pueblo de producir bienes y servicios y tener el potencial de exportarlos.
Piensen cómo Japón sin recursos naturales se transformó en una de las potencias económicas y tecnológicas del planeta. En nuestro país bajo la pretendida planificación de Giordani y con el tractor del Presidente Chávez nos hemos convertido en importadores de todo y exportadores menguados de petróleo.
Es difícil creer que la aceleración de expropiaciones sin sentido y el acoso a la propiedad privada esté metida la mano de los cubanos , porque de ser así están afilando el cuchillo para su garganta. Dos pobrezas juntas nunca crearán riqueza y de que nos estamos empobreciendo no es una mera opinión contraria a la revolución , sino una realidad que se puede constatar a lo largo y ancho del país. Ojala los cubanos se den cuenta y logren frenar esta carrera hacia el abismo
Emilio Figueredo
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