Alguien preguntó si aquí no había gente capaz para hacer ese trabajo. ¡Sí que hay, y mucha! Y lo mejor es que tienen nuestra idiosincrasia, necesaria para restaurar cualquier monumento venezolano, sin darle toques cubanizantes. En dos platos: ¿qué sabe burro de pasta de dientes?
Pasearse por el Centro de Caracas –después de la restauración– será sentirse como en la Habana Vieja… ¡Ya lo verán!
El quid de esto es simple: resolver el desempleo en la Isla de la Felicidad… ¡Cada vez inventan vainas para sacarnos los reales!
Pérez Jiménez (¡o fue la IV?) hizo lo mismo con el arquitecto italiano Graziano Gasparini que restauró muchos de nuestros monumentos coloniales. La crítica que recibió Gasparini –de los entendidos venezolanos– fue atroz.
¿Por qué estos carajos cubanos no se quedan en su isla y restauran los tantos edificios y monumentos de La Habana que están en ruinas? (Vean fotos anexas.)
Entren al de abajo, pero antes tómense un sedante.
Saludos,
Simón,
30-04-2010
El Nacional
Casco Historico La Habana, Cuba:
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