El Jueves Santo visité a Oswaldo en su prisión de El Helicoide. Lo encontré moralmente robusto, con la fuerza que da saberse inocente, y conocer que la injusticia e infamia terminarán pronto: “La cuenta regresiva está en marcha”. Visité a Oswaldo en la idea de llevarle ánimo al amigo preso -caprichosa e injustamente preso- pero resulta que quien recibió ánimo fui yo, al verlo como roca firme, con perfecta claridad en lo que ocurre, y con ánimo sereno. Lo he escrito otras veces y lo reitero hoy: el Presidente tiene el sol en la espalda. Es su sombra la que ahora lo antecede, pisándola a cada paso. Para él los Santos están de cabeza.
El fracaso de Chávez es del mismo tamaño del poder que ha detentado y del dinero de que ha dispuesto. ¿Con qué credibilidad puede excusarse todavía en los 40 años, en el imperialismo o en los poderes adversos? No hay excusa para justificar la descomunal ineficiencia y corrupción de su gobierno, ni para violar los derechos fundamentales de las personas.
La cuenta regresiva marcha al ritmo de la desilusión y desesperanza de la gente. Su fuerza estaba en la confianza que en él tenía el pueblo, particularmente los más llanos y humildes de nosotros. Es un encantador de serpientes, ha entusiasmado con ofertas reiteradas y promesas renovadas. Pero el tiempo es inclemente. Ya son once años, y todo está igual o peor. Casi siempre peor. Nunca mejor. No es tiempo de excusas, es hora de contar realidades. Al comienzo se le perdonaba todo, no se veían errores ni fallas en él, ni en su equipo. Todo era culpa del pasado oprobioso. Luego se le excusaba a él, pero comenzó a percibirse que el equipo era malo. Ahora, por fin, la gente comienza a responsabilizar de la crisis al mismísimo Chávez. Él no oculta que tiene todo el poder, es más, se jacta de tenerlo. ¿Cómo puede entonces ocultar su responsabilidad en la torta de su gobierno? Es su torta. Toda ella es de él.
Se acerca el fin. Los estudiosos de la opinión pública revelan que Chávez perdió la confianza de la mayoría, que los venezolanos perciben que no hay que darle más poder, que su gobierno es culpable de males como la delincuencia desatada, los servicios de agua y luz deficientes y menguantes, la inflación inclemente y la economía agónica. Esos mismos estudios revelan no sólo que la esperanza en él se marchita, sino que no ha logrado sembrar su socialismo en los venezolanos: cerca del 70 % defiende la propiedad privada, rechaza las expropiaciones inconstitucionales, deplora el partido único y la exclusión, desea el pluralismo y la libertad de expresión. No existe “el hombre nuevo socialista”.
Se acerca el fin. Muchos de sus seguidores marcan distancia, se separan del autócrata, dicen estar con la revolución pero no con los atropellos absolutistas, despóticos y personalistas de quien ya se cree el ombligo del mundo, y decide, premia y castiga según su único criterio y voluntad.
Que allá en sus calabozos lleguen a Oswaldo y a todos los presos políticos la solidaridad y admiración de quienes luchamos, como ellos, por la libertad y la democracia. “La cuenta regresiva está en marcha”.
PACIANO PADRÓN
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