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Frases de dictadura.

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martes, 13 de abril de 2010

Cuba, la inmisericordia interminable, en análisis de Lázaro Rosa







Cuba, la Tragedia interminable

Publicado el 13.04.2010 08:02
Por Lázaro Rosa (*)












Ciertamente yo no tuve que esperar a la clausura del IX congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas el pasado domingo 4 de Abril en La Habana, para saber que Raúl Castro iba a confirmar que dejaría morir a los disidentes que se encuentran en huelgas de hambre exigiendo la excarcelación de los presos políticos que se hallan en estado de suma gravedad dentro de las prisiones de la dictadura.

Tengamos presente que Cuba está siendo gobernada por dementes cuya única eficacia la demuestran en la esfera represiva. El régimen de la isla, además de excesivamente anacrónico, es ferozmente despiadado con sus adversarios.

Raúl Castro dejará morir a Guillermo Fariñas, como también va a dejar morir a cualquier disidente de la isla, y luego usará la vieja y falaz táctica de culpar a los Estado Unidos, ahora junto a Europa Occidental, como los máximos culpables de esta bochornosa tragedia. El castrismo es una bestia que, de momento, no tiene remedios y ha llegado a la cúspide de su desfachatez quedando desnudo ante el mundo por su falta de compasión y su nula piedad.

El gobierno interino de La Habana es un fenómeno inicuo que pretende ser inmutable y ello puede verse en la actitud de sus patriarcas cuando aún hacen mención a la crisis de los misiles desatada en Octubre de 1962, fecha en que la antigua Unión Soviética colocó proyectiles nucleares en Cuba lo que estuvo a punto de desatar una guerra atómica entre Washington y Moscú que, además de desaparecer a nuestra nación, hubiera desaparecido también a buena parte de nuestro planeta.

Es de esperar en estos momentos que los estratos más razonables de la propia izquierda internacional estén avergonzados de apoyar a un régimen que, con toda su arrogancia y total falta de pudor, antes de hacer reformas aperturistas que son urgentemente necesarias, prefiera conducir a los ciudadanos cubanos a la desaparición física por el hecho de mantenerse abrazado a una abusiva hegemonía.

Los ancianos Castro no son capaces, no tienen coraje para ello y mucho menos voluntad y sinceridad, de llevar a cabo un referendo en la isla mediante el cual el pueblo de Cuba pueda definir su propio destino o pronunciarse abiertamente sobre el mal estado en que se hallan los presos políticos y de conciencia en las cárceles del país. Una hazaña de esta magnitud nunca se la permitirán estos dos dictadores como no van a permitir tampoco la legalidad de sus opositores en el plano político.

Los que esperan que Raúl Castro actúe alguna vez con racionalidad, cordura y humanismo pierden totalmente su tiempo por lo que, al fin y al cabo, terminarán suspirando decepcionados y visiblemente lacerados.

La Habana es un parque jurásico donde un pueblo diezmado, además de desconfiado, difícilmente podrá enfrentar con éxito los desmedidos zarpazos que desde las alturas les arrojan los dictadores aunque estos se encuentren en una etapa de evidente decadencia y de clara descomposición. Sin embargo esto no quiere decir que, más tarde o más temprano, Cuba no vaya a encausarse por auténticos derroteros que la conduzcan a la democracia.

Los jóvenes cubanos padecen de una apatía y un conformismo que pueden ser usados de una manera habilidosa por los propios Castro para mantenerlos al margen de los problemas haciéndolos indolentes ante el profundo drama que vive la nación. De otra forma la juventud sería responsable de sus acciones y actuaría con suficiente madurez para plantearse sus propias metas y objetivos en apoyo a la lucha cívica de la disidencia.

Parece algo insostenible pero hace algún tiempo que sospecho que los enemigos más enconados de los hermanos Castro no se hallan en los Estados Unidos ni en la Europa Occidental sino, precisamente, simulando y aguardando el momento dentro de los círculos más allegados a los tiranos en las mismas entrañas del régimen totalitario.

El castrismo es un febril y arrogante capricho convertido en una bochornosa negligencia en el orden moral. Los dictadores de La Habana, a semejanzas del rey romano Lucio Tarquinio (el soberbio), tienen como métodos predilectos la brutalidad, la violencia extrema y una desmedida crueldad para aniquilar a sus contrarios aunque estos aboguen, al cien por ciento, por las sendas mesuradas de la oposición pacífica.






Lázaro Rosa (*)
Montreal, Canadá
lazarorosat@yahoo.ca

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