Un dibujo de lo que será la transición de la era Chávez al próximo gobierno sin su presencia, se ve en los distanciamientos y acercamientos de los políticos que ocupan las mentes y los titulares estos días. Apartados de los escarceos y los juegos de silla y de rol que se ejercen en la mesa de la unidad, empiezan a verse las junturas y los desprendimientos que gestarán las próximas candidaturas presidenciales.
Los desprendimientos del chavismo, están claros: Ismael García y Henri Falcón a escoger , mientras la unidad prevista por la oposición, la representa Antonio Ledezma, que viene de la ultraderecha y abraza a García, quién todavía se proclama auténtico defensor de la revolución. El traidor a los postulados de la quinta república, es Chávez, no él.
Ideológicamente hablando, estamos metidos en el mismo patuque de siempre, rodeados de verbo fácil y brillante y apelaciones al sentimentalismo criollo de rigor, unidos porque sí, no porque creamos que se puede cambiar el país de esta o aquella manera. Capitalismo e inversiones privadas sin limitación y la auténtica revolución bolivariana pueden darse la mano en estos momentos, sin empezar a discutir programas. No hemos cambiado, seguimos creyendo en que los hombres buenos, bien intencionados, pueden hacer la diferencia y hacernos felices, dándonos vivienda, alimentos baratos y electricidad sin que profundicen mucho en como nos van a cambiar el país.
Políticamente hablando, el abrazo dice mucho, porque lo que vale en las urnas es la suma de votos y el chavismo puro se está quedando solo. Chavistas puros y duros, como oposición pura y dura, hay porcentajes escasos en este país. Si la oposición se quedara con los auténticamente recalcitrantes y el otro bando ídem, habría una gran mayoría silenciosa, inclinada por lo que a última hora conquiste su corazón o le provoque suficiente rabia como para echar por la ventana toda consideración práctica votando por quién castigue suficientemente .
El cuadro que se conforma en el futuro es de un grupo de votantes, antes escuálidos o chavistas, dedicados a convertir el otrora líder amado en un ex, que no ha podido ni construir las casas que prometió, ni sacar a los niños de las calles, ni en evitar que nos maten cada día a un conocido o a un ser querido , que ha hecho las aceras peligrosas, los cielos irrespirables y sin embargo sigue ostentando con nuestro dinero, coronándose con nuestro petróleo . Ese que era nuestro ¿ se acuerdan?
En esos términos parece que se presentará el frente amplio de los próximos años, no hecho a base de conversaciones meticulosas entre un grupo de políticos que ya están de salida, sino construido como siempre, con puntadas de corazón, a lo mejor otra vez erróneas, otra vez sin base práctica, que nos dibujan como pueblo lamentablemente emocional, que se deja enseñorear por lo imprevisto, conquistar de nuevo por quién le llegue mas cerca al corazón.
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Alberto Rodríguez Barrera
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