Más molesto y sobreexcitado estará en septiembre cuando conozca los resultados de las elecciones parlamentarias en las que -según pronósticos a partir de los estudios de opinión- ganarán los sectores que marcan distancia del Presidente. La gran calentera del Jefe de Estado se produjo cuando pretendió conmemorar el “27 de febrero” con un mitin en El Valle, sector popular de Caracas. Los vecinos del lugar, en reclamo de luz, agua y seguridad, le hicieron escuchar las cacerolas. Estaba visiblemente indignado. Incrementó su enojo el reducido número de asistentes, si bien batían olas los autobuses venidos de lejos. Este es el segundo cacerolazo que Chávez recibe en el mismo sector, en el último mes y medio. Quería sacarse el clavo, pero éste le llegó más profundo.
En efecto, el pasado 9 de enero cuando inauguró la Fase II de la Línea 3 del Metro, los vecinos del lugar “no sólo se expresaron haciendo sonar sus cacerolas, sino que además le lanzaron papel higiénico desde las ventanas de los edificios”. Fue esta manifestación de rechazo la que Chávez quiso contrarrestar con el mitin del 27 de febrero, en el mismo lugar. Quien se cree amo del poder no quiere entender que la gente está caliente. Luis Antonio Hernández, Presidente de “Gente del Valle”, informó que “hastiados del racionamiento de luz y agua, y de la inseguridad, cacerolearon algunos vecinos que se encuentran entre la calle 2 y la 14” . “Un sonoro cacerolazo hizo las veces de telón de fondo durante la alocución presidencial” .
Débora Calderón, quien vive en la torre que está justo detrás de donde montaron la tarima para el show presidencial, relata que las cacerolas sonaron de manera constante, “se escuchaba durísimo”. “Mientras el Primer Mandatario cantaba el himno nacional, fue el momento en que más fuerte sonaron las cacerolas que rechazaban su presencia”. Manifestó la Sra. Calderón que “desde su ventana podía observar custodios militares en las terrazas de los edificios cercanos a la concentración” . Añadió, “No entiendo por qué escogieron esta parroquia, donde ya no hay tantos chavistas”.
Seguramente que también privó en el ánimo de los vecinos del Valle el caos vehicular que desde el viernes 26 se creó en el sector, “producto del montaje de la tarima y de la aplicación de planes de seguridad para la presencia del Presidente”. No se calaron los del Valle ese atropello a los ciudadanos que se produce cada vez que el Presidente va a visitar una comunidad. La gente tiene que soportar las consecuencias de los miedos del Presidente al cacareado magnicidio del que dice huir. Que huya más bien de sus errores y fracasos, para lo cual tiene que enfrentar decididamente la inseguridad y la falta de luz y agua.
“Más tiempo duraron montando la tarima, que lo que permaneció Chávez hablando”. En efecto, quien acostumbra dar peroratas de horas y horas, no llegó, en esta oportunidad -en medio de su tibiera- a los 60 minutos de alocución. El miedo es libre. Está probado que a Chávez lo enfurecen los reclamos populares.
El Valle no es distinto a otros sectores de Caracas ni a otras regiones del país. Estamos cansados del discurso insultante y agresivo que no se corresponde con hechos y cambios transformadores. Presidente lea el mensaje sonoro que el pueblo le está enviando. Los alabarderos que lo rodean no lo dejan escuchar a plenitud el reclamo popular. El señor de La Hojilla -quien en medio de actos delictuales conduce el grosero programa, violador de derechos que transmite la televisora del Estado- dijo que las cacerolas sonaron en señal de alegría y de respaldo al Presidente. No hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que quien no quiere escuchar. La protesta avanza. Hoy más que nunca, calle, calle y más calle, en septiembre, votos, votos y más votos.
PACIANO PADRÓN
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