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Cuba, la Tragedia interminable
Publicado el 26.02.2010
Por Narcio Álvarez Quintana
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Un régimen que se apoya en la más cruda represión y en el crimen puede tener muchos calificativos; ninguno positivo. Sus aduladores de varios países, cuya gama oscila entre los analfabetos y los teólogos, van callando progresivamente. Todavía se escucha algún alegato lleno de estupidez o de cinismo de alguno de ellos. Pero ya muchos han hecho silencio, derrotados por la realidad, que insiste en no acomodarse a las ideas comunistas. Realidad a la que ni las más intensas y elaboradas campañas propagandísticas pueden maquillar y hacer aparecer como un paraíso en perpetua construcción, cuyos defectos, excesos y desmanes se justifican todos como consecuencias del bloqueo imperialista, o embargo, o como quieran llamarlo quienes, desde los países democráticos, cantan las bellezas de la dictadura cubana y se desquitan del desprecio que por ellos sienten las personas de bien atormentando a los exiliados, bloqueándoles el camino, ofendiéndolos para que “reconozcan” la maravilla a la que han renunciado huyendo de Cuba, arriesgando a veces sus vidas. Esas vidas que los Hermanos al Rescate querían proteger.
Orlando Zapata Tamayo era un hombre de pueblo, de mirada profunda, que sabía lo que arriesgaba y no dudó en entregarlo: la vida. Nació en Banes, pueblo en el que vive su madre, que ha sufrido como nadie podría describirlo, sabiendo que su hijo se consumía poco a poco; que no ha dudado en apoyarlo en todo momento, pese a su dolor, en la sagrada causa de la libertad. Tenía 42 años. Tiene ahora la Eternidad.
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- Roberto López Chávez, en la Prisión de Isla de Pinos, 13 de noviembre de 1966;
- Luis Álvarez Ríos, en la Prisión de El Príncipe, La Habana, el 15 de abril de 1969;
- Carmelo Cuadra, en el Hospital Militar de La Habana, el 15 de abril de 1969;
- Pedro Luis Boitel, en la prisión de El Príncipe, el 25 de mayo de 1972;
- Olegario Charlot Pileta, en la Prisión de Boniato, Santiago de Cuba, el 15 de enero de 1973; precisamente en la prisión en la que la vida de Fidel Castro fue salvada a raíz de la aventura del asalto al Cuartel Moncada. Lo que no ha hecho él con otros.
- José R. Castillo del Pozo, en la prisión de Boniato, el 26 de marzo de 1973;
- Enrique García Cuevas, en la Cárcel Provincial de Santa Clara, el 23 de junio de 1973;
- Reinaldo Cordero, en la prisión Cinco y Medio de Pinar del Río, el 21 de mayo de 1975;
(Datos tomados del libro de Osvaldo Figueroa Gálvez: Diario de un mártir. Pedro Luis Boitel (1931-1972), p. 59).
No sabemos si en los años que median entre 1975, cuando muere Cordero y 2010, hubo otros héroes que entregaron sus vidas en huelgas de hambre. La historia se encargará de hacerles Justicia y Honor. Pero sabemos que ahora se les suma el nombre, venerable y glorioso de Orlando Zapata Tamayo. Y con ellos, los miembros de la organización “Hermanos al Rescate” asesinados, los fusilados, los torturados, los muertos en tantos trances terribles.
Que callen los cobardes vendidos al régimen; que no profanen con sus palabras infames que mal cubren una apología del mal la memoria sagrada de hombres valientes; que tengan la vergüenza de callar ante una madre a la que se le negó presenciar los últimos momentos de la vida de su hijo, a la que la Seguridad del Estado vigila día y noche, porque no se sabe qué temen de una mujer valiente a la que ya no quedan lágrimas que llorar; o ante los 50 encarcelados sin acusación alguna, sólo para evitar que acudan al entierro del patriota. Que calle el gobierno socialista español, que precisamente hoy ha acogido en su país a un terrorista de los antes presos en la base naval norteamericana de Guantánamo, muy cerca de Banes, el pueblo que vio nacer a Orlando Zapata Tamayo, el mártir por el cual no hizo gestión alguna, como no la hace por tantos héroes encarcelados o, lo que es peor, a los que, en una burla cruel, proclama que admitirá en España para abandonarlos luego a su suerte, en un país desconocido y sin atención ni documentación ni estipendio algunos. Que callen los socialistas de lujo que, como el cantante Víctor Manuel, ex adulón de Francisco Franco, se atreven a llamar “gusanos” a los exiliados que viven en la ciudad de Miami, y toda la caterva, la infame ralea que lo secunda. Todos ellos hacen coro al cínico comentario de Raúl Castro, quien ha afirmado sin pudor alguno que “lamenta mucho esa muerte”.
Los hombres de bien de Cuba, de España y del mundo entero se bastan para contar y admirar las virtudes de tantos luchadores muertos por la libertad que reciben hoy entre sus huestes gloriosas a un nuevo miembro: Orlando Zapata Tamayo.
Narcio Álvarez Quintana
narcioalvarez@yahoo.com
Escritor y ex preso político cubano, natural de Banes
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