Diario Metropolitano, Vocero independiente . Opinión

Televén y su kilito de carne


La periodista salió a las calles de Caracas con su pauta bajo el brazo, con la convicción de lo que dicen los manejadores del canal que trabaja para una “empresa informativa equilibrada”.

Piensa que estando Carlos Croes, entre los mandamases de la misma, hay garantía de rectitud y veracidad. Inocentemente cree que en esta confrontación clasista de alto voltaje que se da en Venezuela, su señal de televisión “es imparcial”. Vio venir una señora, quien salía de una carnicería con una pequeña bolsa; micrófono en mano a ésta se acercó seguida por el camarógrafo. “¿Señora qué lleva en esa bolsa?”. Preguntó la periodista con aire zalamero. “¡Guá, carne!” Respondió la entrevistada con asombro y timidez. Mientras tanto, la entrevistadora se acercó lo más que pudo a la entrevistada para que la cámara les tomase apechugadas. “Cuénteme señora” - volvió la periodista; “¿le parece bien eso del racionamiento de luz, sobre todo tomando en cuenta que es de cuatro horas cada vez?.

La periodista de Televén, “dando muestras de la imparcialidad del canal y suya”, preguntó sentando un criterio y buscando determinada respuesta. La entrevistada, como era de esperarse, optó por partir de la premisa ya establecida por quien le interrogaba y respondió: “No, no, por supuesto. Es demasiado”. La entrevistadora volvió a la carga, buscando que la señora dijese lo que tenía en pauta. “¿Por qué le parece malo ese racionamiento de cuatro horas?”. Esta nueva pregunta, nada improvisada, sugería maldad en el racionamiento mismo. El mensaje subliminal no sólo iba dirigido a la señora sino a quienes más tarde sintonizasen el noticiero. La señora, ya desenvuelta, segura que iba por buen camino, habló de esta manera: “Mija, acabo de comprar este kilito de carne y, si al llegar a casa me agarra el apagón, se pudre”. Al editar la grabación – lo advertimos para no responsabilizar totalmente a la entrevistadora – el canal cortó la conversación justo al pronunciarse la última palabra.

Así, usando el inocente y desprevenido lenguaje de gente humilde, un medio deja establecida una aberrante y nada veraz información; expresa su opinión. Al margen de las causas de la crisis, el grado de responsabilidad del gobierno, la cuarta república, que implantó un sistema débil por su dependencia, el fenómeno del niño, cuyos efectos son trascendentes, imprecisiones en el diseño del plan de racionamiento, omisiones, etc., es elemental y sano administrar el potencial de Gurí, para que no se abalance sobre nosotros una crisis de grandes proporciones que no sabrá hacer exclusiones. Eso es válido para los medios de comunicación masivos, dueños, familias y trabajadores de aquellos.

Es responsabilidad de los medios también, sin importar el gobierno, lo de orientar al público acerca de cómo asumir la emergencia. El periodista, quienes editan las noticias y dirigen el noticiero, saben bien que, en el lapso correspondiente al racionamiento que se anunció, no es posible que ocurra lo que la humilde señora cree, salvo que el congelador no funcione adecuadamente. Menos, si En estas circunstancias, medios y periodistas están en la obligación de orientar adecuadamente al público y no contribuir a la confusión y pánico. Pero el canal que es “imparcial”, dio muestra de ello dejando la información hasta allí. En el mero daño causado por el dardo. Ojalá que lo que Croes acaba de decir, después de reunirse con el vicepresidente Carrizales, que abordarán el asunto como corresponde al interés nacional y no desean ninguna confrontación al respecto, se corresponda con los hechos posteriores.

ELIGIO DAMAS