Analistas venezolanos, entre ellos el General Alberto Müller Rojas, ex jefe del Estado Mayor Presidencial de ese país, entre Colombia y Venezuela no se desarrollaría una guerra convencional, sino una guerra de cuarta generación caracterizada por la acción de “milicias, paramilitares y fuerzas especiales. Hoy día pequeños grupos aterrorizan a la población y desarrollan la acción bélica no sobre el espacio físico, sino sobre la mente de las personas: lo que se va a conquistar es esencialmente psicológico, se trata de sembrar terror y el que logre atemorizar más será el que domine el escenario".[1]
Seguramente esa sería la recomendación de los asesores cubanos que dirigen y fijan las estrategias políticas y militares del gobierno venezolano, en tanto carecen de alguna experiencia en guerras convencionales, y podría pensarse que ese es el curso de acción tomado a la vista de la masacre de colombianos en ese país, el boicot económico y la voladura de pequeñas infraestructuras civiles construidas por los habitantes de ambos lados de la frontera en Ragonvalia, Norte de Santander.
Pero Müller va más allá, predice que Colombia no tiene la capacidad para responder a esas agresiones porque distraería unidades militares de la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo en el interior del país, lo que dejaría a las guerrillas en capacidad de tomarse el poder en Bogotá.
Qué desconocimiento tan absurdo de lo que acontece en el país y que seguramente es lo que ha envalentonado a algunos grupos radicales venezolanos como el FBL, en alianza con las Farc y Eln presentes en ese país, a lanzarse abiertamente a ese tipo de operaciones para generar un clima de confrontación interna en Venezuela y ejecutar el llamado Plan Lázaro diseñado por los asesores cubanos, que implica copar militarmente las regiones donde gobiernan opositores al régimen bolivariano, destituirlos y reemplazarlos por personajes afectos al actual gobierno; de tal manera que no se trataría de una guerra de cuarta generación, sino de la puesta en marcha de un macabro juego criminal para asegurar el poder ante la creciente ola de rechazo que han suscitado las políticas chavistas.
Seguramente si van a presentarse acciones de los grupos irregulares binacionales en las poblaciones de la frontera, como ha venido sucediendo de tiempo atrás gracias a la protección que el Palacio de Miraflores le presta a los terroristas de las Farc y Eln que se refugian en suelo venezolano; y seguramente contarán, como cuentan, con el apoyo de algunas personalidades de la política colombiana que han ido a Caracas y han expresado públicamente su respaldo a las justificaciones venezolanas para agredir a Colombia.
La pretendida guerra de cuarta generación la viene librando la Coordinadora Continental Bolivariana a través de las Farc, ya desde junio de 2008 la anunciaban en sus páginas electrónicas[2], mostrándose triunfalistas aún pese a la derrota que ha significado para ellos el tener que retroceder a las etapas primarias de la guerra de guerrillas, ver diezmadas sus filas por las bajas, capturas y desmovilizaciones. Para dolor del analista venezolano, si las Farc no pudieron tomarse el poder cuando fueron fuertes y gozaron de una especia de inmunidad para sus acciones criminales, mucho menos pueden hacerlo ahora que andan en retirada, por más que pese la ayuda internacional que puedan recibir.
La visión de Caracas sobre este evento solo tiene un fin: Justificar abiertamente el reconocimiento y apoyo a las Farc y Eln a partir del rechazo a un supuesto e inexistente complot colombiano para infiltrar en ese país a paramilitares a fin de que atenten contra Hugo Chávez y su proceso revolucionario, exhibiendo como pruebas las absurdas declaraciones del Ministro del Interior de ese país, Tarek El Aissami, cuando al dar cuenta de una delincuente prófuga de la justicia colombiana, con orden de captura internacional, la presenta como enviada por el gobierno nacional a ese país dentro de la escalada de violencia colombiana contra Venezuela.
La crisis venezolana le ha generado a Chávez Frías una situación de ingobernabilidad, de hay que requiera con urgencia un hecho que le permita mejorar sus vínculos con la población civil y someter sin oposición a la sociedad venezolana a los designios de su proyecto socialista. Es indudable que por la visión de los asesores cubanos, Chávez piensa en una guerra irregular interna y externa, que el permita el control del centro de gravedad, el cual está dado por la relación entre el gobierno, las fuerzas insurgentes, las milicias y la población civil.
Lo anterior, sumado a la negativa de Caracas de aceptar un monitoreo de la situación de frontera ofertada entre otros por Brasil, de hacer previsibles los siguientes escenarios:
* Incremento de las acciones terroristas de las narcoguerrillas, especialmente en las poblaciones fronterizas a los estados y municipalidades venezolanas en los que los mandatarios pertenecen a lo oposición política a Chávez.
* Continuidad en el asesinato de grupos de colombianos con permanencia irregular, indocumentados, que luego serán presentados como componentes de fuerzas paramilitares infiltradas en Venezuela. La ausencia y negativa del gobierno venezolano a una comprobación internacional de tales hechos, permitirá la elusión a cualquier verificación y permitirá el uso de los mismos hechos como arma política del régimen bolivariano.
* Acciones puntuales de pequeñas unidades de la Guardia Nacional venezolana que serán presentadas como errores rutinarios en el paso de las fronteras.
* Mayor actividad política de organizaciones colombianas afectas al régimen de Chávez Frías para presentar como justificación de los hechos, el acuerdo colombo-norteamericano contra el narcotráfico y el terrorismo. Recuérdese que la senadora Piedad Córdoba está convocando a marchas mundiales contra Colombia para los días 12 y 17 de diciembre.
* Acción de UNASUR y la ALBA, tendiente a exigir revisión de tales acuerdos como garantía de paz regional.
Antes estas eventualidades, Colombia debe fortalecer el papel de la diplomacia nacional en la denuncia de la situación planteada por Venezuela, en todos los escenarios mundiales; en lo militar, es necesario tomar todas las previsiones para combatir con éxito la incursión de fuerzas irregulares desde el vecino país para atacar a la población civil o la infraestructura nacional en las poblaciones vecinas a la frontera común, tomando pruebas y evidencias de la procedencia de los atacantes, que deberán ser llevadas a los organismos internacionales pertinentes.
De esta manera, queda probado que la guerra de cuarta generación entre nuestros países, es un embeleco diseñado por los cubanos para que en Venezuela pueda consolidarse el poder socialista y apuntalar la cabeza de playa para su expansión hegemónica en el resto del continente.
A diferencia de lo que sucede en Venezuela, la población colombiana ha demostrado mayoritariamente su decisión inquebrantable de defender contra cualquier agresión externa o interna, la soberanía y autodeterminación de la Nación y eso lo sabe bien el gobierno venezolano, de tal manera que más allá de la retórica insultante y agresiva, el peligro de una confrontación se deriva a un apoyo abierto a las organizaciones narcoguerrilleras para tratar de desestabilizar al Estado, lo que debe ser entendido en esa dimensión por la comunidad internacional
RICARDO DE JESÚS CASTIBLANCO BEDOYA
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Frases de dictadura.
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