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Frases de dictadura.
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lunes, 19 de octubre de 2009
La Cumbre de Cochabamba o la moneda común para un comercio que no existe
Manuel Malaver
La Razón / ND
Se conoce que la retroizquierda -y su epígono más sombrío, el castrochavismo- confunde la política con los gestos y los gestos con riadas de palabras que característicamente están dirigidas a sustituir la realidad.
Es así cómo, en los países donde desgobierna abundan las leyes y decretos, y en los eventos que convoca, los acuerdos y tratados que, supuestamente, van refundar la política, la historia, la filosofía de la historia y la historia de la filosofía.
Pero también los paradigmas y los sintagmas, las proclamas y declaraciones, generalmente dirigidas a anunciar el fin de una era y el comienzo de otra, a establecer, por ejemplo, que el capitalismo desaparecerá con la crisis económica actual y el comunismo renacerá de sus cenizas más fuerte y poderoso que nunca.
La Cumbre del ALBA que terminó ayer en Cochabamba, Bolivia, fue más significativa que cualquier otra en este sentido, pues nos mostró un castrochavismo, no comenzando, desplegando o continuando la lucha, sino prácticamente concluyéndola y lanzando un ultimátum a sus enemigos para proceder al asalto, o victoria final.
Un sínodo o congregación, en definitiva, no para proponer sino para disponer, no para planificar sino para ejecutar, no para formar sino para legislar.
Imagínense, entonces, a Chávez, en cualquier momento de la cumbre discurseando como siempre, dirigiendo guerras y al frente de ejércitos que marchan impertérritos a la batalla, pero sin olvidarse de trazar las líneas maestras de la estructura jurídica que debe darle funcionalidad al nuevo mundo, a la alianza surgida de su puño y letra, de su única y exclusiva inspiración.
En este contexto, quiero referirme a una sola de estas fantasías, al más connotado de estos delirios, que por venir precedido de supuestos estudios, análisis, prospectivas y estar anclado en la “urgencia liberadora”, podría tener algún viso de viabilidad.
Me refiero al Tratado que convirtió al Sucre (Sistema Unificado de Compensación de Pagos Recíprocos), en la moneda para el comercio intrarregional, para las transacciones entre los países de la alianza política y económica que supuestamente es la semilla para el regreso de la Gran Colombia, de una sola América y de un solo continente.
Y lo primero que habría que destacar es que el comercio, el intercambio, las transacciones entre los países del ALBA es mínimo, casi nulo, pues cada uno de los miembros del acuerdo, tiene como socio comercial más importante, a países que no solo no están en su zona, sino que compiten con ella.
Caso específico, el de Venezuela, cuyo socio comercial fundamental e irrenunciable es los Estados Unidos de Norteamérica, país al que exporta el 80 por ciento de su producción petrolera, e importa bienes que pueden situarse, conservadoramente, en los 90 mil millones de dólares al año, si unimos los que vienen a dólar controlado y a dólar libre.
O sea, que de cada dólar que ingresa a la economía venezolana, 80 centavos provienen de los Estados Unidos, y apenas 20 se le pondrían asignar a procedencias de la UE, Asia y América latina.
Y de estos remanentes, los menos importantes son los originados en América latina, y entre los de América Latina, los que vienen del ALBA.
Paradoja que se repite en el otro país promotor del tratado del Sucre como moneda intrarregional, Ecuador, adscripto al Tratado de Preferencias Arancelarias Andinas, ATPA, promovido por USA para los países de la subrregión que colaboran con su programa antidrogas, y que mantiene, al igual que Venezuela, una dependencia casi absoluta en sus exportaciones e importaciones del país capitalista e imperialista por excelencia.
Quedarían, entonces, los casos de Bolivia, Nicaragua, y Cuba y de unas pocas islas del Caribe alineadas en el ALBA a través de un status no del todo claro, pero cuya presencia en los mercados económicos mundiales es tan insignificante, que resultan írritos para cualquier mención.
Resta, por último, referirse a las tremendas asimetrías que concurren en las economías de la futura “área del Sucre”, con casos como el de Venezuela, con la inflación más alta del continente y del mundo occidental; el de Ecuador que, justo por ser una economía dolarizada, es casi cero; la de Bolivia y Nicaragua altas, y la de Cuba que no puede tomarse en cuenta porque estadísticamente no existe.
De modo que, frente a tales escenarios, el tratado de la creación del Sucre como moneda intrarregional, puede tomarse como una auténtica apuesta a la inutilidad, como otra fantasía de cuantas surgen en los insomnios tropicales de Chávez y Fidel, pero condenada, en cuestión de meses, a pasar al olvido y permanecer, apenas, como ripios de la retórica revolucionaria y refundadora de Chávez.
No quiero concluir sin referirme a otro acuerdo de la Cumbre del ALBA en Cochabamba, Bolivia, que es más bien otro chiste chimbo para integrarlo a la historia del mal humor, como es el acuerdo decretando un bloqueo económico a Honduras, como si los países del ALBA tuvieran flotas de buques y aviones para evitar que los países de esta, u otras regiones, comercien con quien les de la gana.
En este caso, con Honduras, que apenas tiene intercambio comercial con Nicaragua y solo necesita, estrictamente, como Venezuela y Ecuador, de la economía de Estados Unidos para sobrevivir.
Pero es que, en caso de que se hiciera efectivo ¿dónde se ha visto que embargos y bloqueos económicos derroquen gobiernos, siendo más bien que contribuyen a fortalecerlos, como se demostró después de la Segunda Guerra Mundial con la España franquista, y en tiempos más recientes, con la Cuba de los hermanos Castro.
En otras palabras: que cumbres para crearles monumentos a la incompetencia y la inutilidad, y establecer enclaves voluntaristas de los cuales solo quedarán los recuerdos, los pésimos recuerdos.
Como se vio en las iniciativas políticas y económicas en que fueron tan ricas la exURSS, China y Cuba, pero sólo para revelarse a la postre que no existían y si existían fue para pavimentar la vía de regreso al capitalismo.
Por que es bueno que Chávez y sus seguidores se enteren de una vez por todas: la China actual, la de Hu Jintao y la Rusia de Putin y Medvedev, son dos países capitalistas, marcada y confesamente capitalistas, emblemas del peor capitalismo, el salvaje, que se asocian con él, el centauro de Sabaneta, no por revolucionario, sino como líder alocado tercermundista al que pueden sacarle unos “petrodólares” del bolsillo.
Un desquiciado que confunde la realidad, no por miope o daltónico, sino porque lo cree útil para despotizar a Venezuela.
Y a toda América latina, si lo dejan, pues no sería el primer enano que domina al mundo, a los mundos.
Que hoy, como ayer, tales engendros dependen, menos de sí mismos, que de las fracturas que de vez en cuando desvertebran la racionalidad social, que fue lo que pasó con Stalin, Hitler, Mussolini, Mao, Fidel Castro y Hugo Chávez.
Y si no lo creen, léanse los decretos, acuerdos y tratados de la Cumbre del ALBA en Cochabamba, evento en el cual se creó una moneda común para un comercio que no existe.
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